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La familia que evita el fuego en el Wanda y la Zarzuela

Puertas Andreu resiste a las crisis gracias a su especialización en el diseño de productos antiincendios

José Vicente, Amparo y Alejandro Andreu y Pedro Gómez-Zurdo, en una de sus naves. Abajo un horno de test instalado en la fábrica GERMAN CABALLERO

Más de doce millones. Ese es el mareante número de puertas que la familia Andreu ha fabricado en el medio siglo que lleva dedicada a esta actividad. Sin hacer ruido, tres de los cuatro hijos del fundador, Vicente Andreu Bort (Paterna, Valencia, 1934), continúan ahora con el legado del padre y luchan por mantener una historia empresarial que arrancó con un humilde taller de cerrajería en 1966 y que ahora, gracias a su especialización en puertas antiincendios, les ha permitido dejar su sello en un sinfín de lugares: desde el Palacio de la Zarzuela al Wanda Metropolitano, pasando por la base de España en la Antártida, todos los Mercadona, decenas de hospitales, aeropuertos, líneas de metro, plataformas petrolíferas...

Los cimientos de lo que hoy es Puertas Andreu, una empresa con más de 300 empleados, casi 30 millones de facturación en 2020, 50.000 metros cuadrados de instalaciones y que consume 7.000 toneladas de acero al año, los puso el patriarca con la invención en 1972 de un sistema de montaje de puertas consistente «en el ensamblaje de dos planchas metálicas previamente plegadas», explica su hijo Alejandro Andreu, quien admite que aquel hallazgo fue el «despegue del negocio».

Aquella patente aportó el músculo necesario para crecer, ya que durante veinte años Puertas Andreu estuvo «sola en el mercado». «Fue toda una revolución en los años 70. De hecho, mucha de la competencia que tenemos hoy eran clientes nuestros hasta que venció la patente en 1992 y se pusieron a imitarnos», añade Alejandro Andreu, director de operaciones y consejero delegado junto a su hermano José Vicente.

La gallina de los huevos de oro seguía dando sus frutos a la compañía, pero dos graves incendios cambiaron su destino. Fueron los sucedidos en el hotel Corona de Aragón de Zaragoza (murieron 83 personas) y en la discoteca madrileña Alcalá 20 (81 víctimas mortales). Aquellas dos tragedias en apenas cuatro años precipitaron el desarrollo y actualización de las normativas antiincendios en edificios de uso público, rememoran los actuales propietarios.

Los Andreu vieron en este sector una oportunidad de negocio y se lanzaron a por él. Hasta el punto de que Vicente Andreu creó una empresa con sus cuatro hijos como únicos socios y que se centró exclusivamente en estudiar los procesos de certificación que debían superar sus puertas. Y hacer tests, muchos tests de resistencia al fuego. «Esas pruebas en laboratorio son carísimas, por lo que debes ir seguro de que las vas a superar», explica Amparo Andreu, directora general.

En una de sus naves, de hecho, hay instalado un robot que abre y cierra 200.000 veces cada puerta (el ciclo requerido para recibir el sello acreditativo) y un horno que replica las condiciones que deben soportar sus modelos.

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Así evita el fuego en el Wanda y la Zarzuela una familia valenciana Germán Caballero

Esa inversión en innovación les permitió hacerse un hueco en el sector de la construcción, más que jugoso en la España de la burbuja inmobiliaria. Fue una época dorada en la que fabricaban más de 2.000 unidades al día y que además les abrió la puerta, nunca mejor dicho, a proyectos de alta gama que dispararon la reputación de la firma.

Un posicionamiento que les ha permitido sobrevivir a lo que llaman la «travesía por el desierto» que sufrió la empresa a inicios de la pasada década. El ‘crack’ del ladrillo se llevó por delante a muchos de sus clientes y el precio pasó a ser decisivo en el escenario postcrisis, lo que nunca viene bien a un producto de alto valor añadido y de coste «medio alto».

Su último trabajo de envergadura ha sido en el estadio del Atlético de Madrid, donde han instalado más de 2.000 puertas antiincendios. También han intervenido en el mismísimo Palacio de la Zarzuela, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València, en el CaixaForum de Sevilla y en multitud de hospitales, aeropuertos y universidades de medio mundo. Además, han sido los encargados de instalar las puertas de todos los Mercadona, incluidas las de su reciente expansión en Portugal.

Y aunque no reniegan de unos trabajos que les han situado como referentes del sector, anuncian que su objetivo es reactivar el producto estándar, «donde está la rentabilidad», dice Alejandro. Aquel que trabajaba su padre hace medio siglo y que permite producir con grandes volúmenes y mayor certidumbre. «Hemos de ser más selectivos con los proyectos especiales. Dan prestigio pero no beneficios», resume. Por eso, están levantando una nueva fábrica específica para puertas antiincendio básicas.

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