Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El tardeo valenciano vuelve por sus fueros

La pandemia paralizó una ‘fiebre’ ya consolidada en la ciudad. HOY tomar una copa o cerveza, ya sea en un local de ocio nocturno o en un restaurante, repunta con un perfil heterogéneo atraído por el disfrute de la tarde

Ilina, Amparo, Menchu y Violeta, disfrutando del tardeo. | M.Á.Montesinos

Decía el poeta José Martí, una de las figuras trascendentales de la independencia cubana, que no existe la «copa amarga». Su mensaje, sintetizado en una carta, apelaba al disfrute pausado de cada una de ellas, un deleite que resulta imposible cuando la copa no «amarga» no porque sea dulce, sino porque directamente se encuentra, día tras día, vacía. Ese fue durante meses el escenario que el sector hostelero y el del ocio nocturno experimentaron en sus locales, limitados o directamente apeados de clientes por una pandemia de la covid-19 cuyos efectos económicos comienzan a disiparse por completo. La ‘nueva normalidad’ como marco de regreso a ese lejano escenario prepandemia.

Varios grupos toman una copa en una de las terrazas del barrio de Russafa, el pasado viernes. | F.Calabuig

Entre cervezas y copas en terrazas bendecidas por el sol en una tarde cualquiera de junio, València ha logrado recuperar una tendencia que la enfermedad detuvo en seco: la del tardeo. «Antes de la pandemia ya estaba consolidado en València. Era una ‘fiebre’ que venía de fuera de la Comunitat Valenciana», explica sobre ello Víctor Pérez, presidente de la Federación Ocio, Turismo y Juego de la Comunitat Valenciana (Fotur). El virus, no obstante, cambió las reglas de juego. Cuando reabrieron los locales hosteleros –eso sí, con limitaciones de horario que se fueron ampliando, con el consiguiente aumento de clientes– «el tardeo se consolidó en los restaurantes, porque eran los que hacían un poco esa función de ocio al poder abrir», añade el representante del ocio nocturno.

Desde el otro lado, el de los restaurantes y bares, esta mirada al pasado es similar. «Fue una multitud de masas que vino y que agradecimos después de casi dos años en el dique seco», remarca Raúl Zaragozà, socio del Backstage Russafa. «La vuelta fue un boom. Todo el mundo quería salir y desde el primer día ya se llenó», coincide Robert, del restaurante Chick Shack. El plan repetido: una comida seguida de una copa en el mismo lugar o en otro cercano.

Recuerdo prepandémico

En la actualidad, el tardeo, con el añadido del ocio nocturno ya a pleno funcionamiento, no ha cambiado tanto respecto al momento precovid. «Hemos vuelto igual que antes [de la pandemia]. Hemos salido a comer, luego una copa, ahora otra y a casa». Son las palabras de Violeta, que junto a varias amigas «de entre 50 y 70 años» como ellas mismas reconocen, se sienta en una de las múltiples terrazas rebosantes en el barrio de Russafa. «Nosotras hacemos tardeo cuando nos juntamos a comer, que puede ser entre semana cada 15 días o tres días seguidos en una semana. Depende», razona. A su derecha, Menchu tampoco duda en dar su visión tras la pandemia. «Los mismos sitios que hacían tardeo [con la situación precovid] ya lo están haciendo ahora. Incluso la gente se está planteando mucho más hacer tardeo que ‘nocheo’», resalta. Sus acompañantes de mesa, Amparo e Ilina, coinciden.

En esta misma línea también se manifiesta Paloma, una joven que junto a sus compañeros de trabajo Domingo y Gisela –todos empleados en el sector hostelero–, consumen en otra terraza cercana. «Prefiero salir de tardeo y que se me hagan las once o las doce y ya irme a casa en vez de estar hasta las cinco o las seis», destaca sobre el que ve como un punto muy positivo, antes de remarcar que después del confinamiento «aprecio más el tiempo y el salir por la noche me lo reduce más». A ello, Gisela complementa que «nuestro horario [laboral] no nos permite hacer muchas veces tardeo», por lo que lo hace «dos veces a la semana» como máximo.

Diferencias

La realidad global es que, con más o menos afluencia y con sus peculiaridades, la copa o cerveza vespertina no falla durante la semana. Como explica Gloria, desde la barra que atiende en el restaurante Pastarena, «abrimos solo por la tarde, por lo que en nuestro caso [entre semana] se toman un aperitivo con la cerveza y luego cenan». El fin de semana, la apuesta es más por «el cubata», reconoce. «Si los sábados viene gente de despedida de soltero, el viernes es el cliente que solemos tener es de 30 años, que se bebe varias copas y después se va a cenar», refuerza Zaragozà. Es el perfil de un cliente del tardeo heterogéneo, variado dependiendo del tipo de establecimiento, la zona o el momento.

En la primera de estas características, Víctor Pérez tiene claro cómo se distribuye actualmente el consumidor que apuesta en los locales de ocio nocturno por la modalidad consolidada de ‘tomar algo’. «Es un público adulto, de 40 años de media más o menos que es consumidor de música remember o comercial», señala el presidente de Fotur, que define a su cliente promedio como un «consumidor premium, de viernes y especialmente sábado, que aguanta hasta la hora de cenar o cena y luego se retira pronto».

Sin embargo, en los bares y restaurantes, ese perfil puede resultar mucho más cambiante. «Cuando salgo veo a gente más joven que antes de la pandemia, gente entre 22 y 26 años que antes no veía tantos», asegura Paloma. Pero el tipo de tardeo y la frecuencia del mismo también depende en muchas ocasiones de un apartado más concreto: el del dinero en un contexto marcado por el incremento de los precios en la compra, la gasolina o los alquileres. «La gente prefiere el tardeo porque quizás el precio del mundo de la noche ha subido más», destaca la joven, que también recibe el apoyo de Gisela y Domingo. «Yo puedo salir a comer, pero si no voy bien de pasta me voy luego a mi casa», resalta ella. «Para tomarme una copa enfrente de mi casa pienso: ‘Me voy a gastar quizás diez euros y esos diez euros me pueden servir más para otra cosa porque todo está subiendo’», añade Domingo.

Cliente foráneo

Más allá, el tardeo valenciano también ha encontrado un nuevo nicho procedente de fuera de las fronteras nacionales. Como explican Robert y Raúl Zaragozà, la presencia de turistas ha crecido especialmente los días entre semana. «En este barrio [Russafa] hace cuatro o cinco años no había casi extranjeros y ahora vienen muchos. Es un impulso que viene bien, la verdad», destaca el socio del Backstage.

Este visitante casual, junto al del resto de perfiles, hace que tanto los restaurantes que permiten esa copa ‘poscomida’ como el ocio nocturno impulsado de jueves a sábado llenen zonas por toda València. «Russafa está petadísimo, está de moda más que nunca. Es un diamante en bruto y se mantiene», destaca Víctor Pérez, que sintetiza que en su sector «cualquier lugar que tenga música y sirva copas está de moda», desde Cánovas a la Marina. En los restaurantes y terrazas no resulta muy diferente. «Nosotras salimos por detrás de El Corte Inglés, por el Carmen, por aquí [Russafa]», enfatiza en este sentido Menchu. La mirada del tardeo, mientras, sigue muy atenta al futuro, pero desde un presente ya consolidado de nuevo y que parece ir transitando por el buen camino.

Compartir el artículo

stats