Durante los últimos meses, el mundo se encuentra metido de lleno en la lucha contra el coronavirus. La pandemia iniciada con la expansión de la Covid-19 en Wuhan, a principios de año, ha derivado en una crisis sociosanitaria de gran calado que obligó a muchos gobiernos a decretar el confinamiento de la población y que parece revertir, meses después, en una segunda ola.
En este sentido, el colectivo de edad más perjudicado ha vuelto a ser el de las personas mayores. Según datos del Ministerio de Sanidad, el 95,4 % de los fallecidos por coronavirus en España superaba los 60 años, por lo que estas personas constituyen el mayor grupo de riesgo.
En España, el 20 % de la población tiene más de 65 años y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) advierte que esta cifra podría aumentar hasta el 35 % en 2051. Además, muchos de ellos padecen también otro tipo de patologías previas, que contribuyen a aumentar el riesgo ante un posible contagio y empeorar el diagnóstico (diabetes, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial o cáncer).
De esta forma, la atención a las personas mayores se ha convertido en uno de los principales desafíos que deberá atender la sociedad española en los próximos meses y años.
Las residencias, muy castigadas
Las residencias de personas mayores han sido uno de los espacios que más han sufrido las consecuencias de la pandemia, con una incidencia muy alta en el número de casos y fallecidos. Así pues, se estima que más de 21.000 residentes han fallecido por coronavirus o síntomas compatibles con la enfermedad en las más de 5.000 residencias de ancianos españolas, casi el 60 % del total de decesos en España desde el inicio de la pandemia.
La escasez de material y personal sanitario, así como las características de este tipo de centros (espacios cerrados), convierten a las residencias de ancianos en entornos de gran vulnerabilidad y explican por qué vuelven a registrar los brotes más grandes durante la segunda ola.
En la Comunitat Valenciana, el número de fallecidos en las residencias de ancianos asciende a 628 personas (35 % del total) y se han registrado casos positivos de contagios en 48 centros.
Sin embargo, las residencias mantienen su lucha diaria contra el virus y han implementado diferentes medidas con tal de frenar su expansión. Estas nuevas directrices incluyen la detección activa de casos entre residentes y personal, la restricción de movimiento o aislamiento (si es necesario), la cancelación de actividades grupales, la implementación de medidas de higiene, la prohibición de visitas de familiares y el refuerzo de recursos y personal sanitario.
Cuidados a domicilio
El coronavirus ha obligado a cambiar nuestros hábitos y rutinas, de modo que los expertos del sector sociosanitario coinciden en la necesidad de definir el modelo asistencial del futuro, en el que la persona deberá estar en el centro.
De este modo, el cuidado domiciliario se presenta como la principal alternativa a las residencias para aquellas personas que necesitan asistencia en el día a día. Se trata de una profesión sociosanitaria que interviene a nivel físico, cognitivo y emocional, ofreciendo un servicio de atención personalizada en el que se tienen en cuenta las necesidades y preferencias de la persona.
Además, este tipo de asistencia permite que la persona recibe la atención en su propio domicilio. Según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, sólo el 4 % de los ancianos quiere vivir en residencias, pues permanecer en su hogar les permite mantener un mayor grado de independencia, autonomía y libertad.
Las personas mayores necesitan mucha dedicación y una atención especial. Con tal de satisfacer esta necesidad, hay empresas de ayuda a domicilio que ofrecen la posibilidad de contratar a un cuidador o una cuidadora profesional para velar por la seguridad, la salud y el bienestar de los mayores del hogar.
