La empresa familiar es uno de los motores de la economía del arco mediterráneo. Es un valioso «legado» de patrimonio y de valores que se transmiten generación tras generación. Para BBVA, el apoyo a la empresa familiar ha sido siempre una prioridad, acompañandola en sus diferentes etapas.

Hoy, además, el cambio climático supone un reto para todos y la entidad ha incluido como prioridad estratégica el acompañar a sus clientes en este objetivo. Un ejemplo de estas empresas familiares es Viñas Familia Gil, la sociedad que pusieron en marcha en Jumilla nueve hermanos para retomar el negocio de su padre, abuelo y bisabuelo. Es decir, son la cuarta generación de este «legado sostenible».  

Para saber cómo ha ido creciendo este exitoso y ejemplar proyecto familiar es imprescindible ver el webinar «El legado: tierra, tradición y sostenibilidad», organizado por BBVA con la colaboración del grupo editorial Prensa Ibérica.

Un encuentro digital que se celebrará el próximo jueves, 22 de abril, coincidiendo con el Día de la Tierra y en el que participarán los hermanos Miguel Gil y Ángel Gil, copropietarios de Viñas Familia Gil, así como Anabel Andreu, planificadora patrimonial de BBVA Terrritorial Este. El evento estará moderado por el periodista Alejandro Lorente.

Respeto por el medio ambiente

Los hermanos Gil explicarán los duros inicios de la nueva etapa en el año 2000, cuando «nos tuvimos que rehipotecar entre nosotros, pedir confianza a proveedores y luchar por demostrar que teníamos unas viñas que nos iban a hacer triunfar con nuestros vinos».

Para esa aventura contaron con la inestimable ayuda del director de la oficina del BBVA en Jumilla, al que consideran el «décimo hermano». Hoy día, Viñas Familia Gil dispone de diez bodegas, todas ellas domiciliadas fiscalmente en Murcia, cuyas raíces abarcan diez denominaciones de origen en España con un denominador común: mantener cultivos de forma sostenible, potenciar las variedades autóctonas de cada zona y generar valor añadido, siempre con respeto al medio ambiente.

También bajo el paraguas familiar y la tradición «que nos pone los pies en la tierra». Además, la empresa dispone de una buena planificación del patrimonio para transmitirlo a la quinta generación, así como de un protocolo familiar.

La empresa familiar tiene actualmente 1.800 hectáreas de viñedos cultivados en propiedad. Un 30 % de la producción va dirigida al mercado nacional y el 70 % a mercados internacionales, especialmente a Estados Unidos

El presente es excelente para el proyecto de los hermanos Gil. La empresa familiar tiene actualmente 1.800 hectáreas de viñedos cultivados en propiedad. Un 30 % de la producción va dirigida al mercado nacional y el 70 % a mercados internacionales, especialmente a Estados Unidos. Los vinos de Viñas Familia Gil están en las cartas de los mejores restaurantes del mundo y pueden degustarse en más de 50 países. La sociedad cuenta con mas de 200 trabajadores y medio millar de viticultores.

En cuanto al futuro, tanto Miguel como Ángel coinciden en que «si seguimos contando con el apoyo de todo el equipo como hasta ahora, no hay límite». Por su parte, Anabel explicará cómo BBVA ayuda a sus clientes «en la transición hacia un futuro sostenible», para lo que se centra en dos pilares: la alineación de toda su actividad hacia el acuerdo de París para luchar contra el cambio climático y la responsabilidad con la sociedad.

«Tenemos que ayudar a conseguir un crecimiento inclusivo y apoyar a los emprendedores para que nadie se quede atrás», afirma Anabel.

De picapedrero a bodeguero

Todo empezó cuando Juan Gil decidió, en 1916, crear una bodega en Jumilla. Era el sueño del bisabuelo de los actuales propietarios de Viñas Familia Gil, que dejó su trabajo de picapedrero para embarcarse en una aventura que todavía no ha acabado. No vivió para ver cómo el proyecto crecía y fue su hijo quien lo continuó.

Juan Gil y Rosario Vera. ED

Así hasta llegar al padre de los actuales propietarios de la empresa familiar, aunque murió de forma prematura a los 59 años. Es aquí cuando entra en acción la figura de Rosario Vera, matriarca de la familia, quien sin su figura las bodegas hoy no existirían, según indican sus hijos.

Tras quedarse viuda, cogió las riendas de la bodega y se aseguró de que sus nueve hijos estudiaran. En el año 2000, Miguel y Ángel Gil decidieron retomar el negocio familiar en el que ahora participan los nueve hermanos.