Asegura que era un tema pendiente que tenía desde hacía una década para «terminar con la ignorancia en la que han quedado en la historia mujeres tan valientes». La veterana periodista política Magis Iglesias presentó ayer por la tarde en la Fira del Llibre de València Fuimos nosotras. Las primeras parlamentarias de la democracia (Debate, 2019), una obra que recupera las historias de 13 de las 27 mujeres que estuvieron en el Congreso y Senado durante la Transición.

Carlota Bustelo, Rosina Lajo, Ana María Ruíz-Tagle, Virtudes Castro, Juana Arce Molina, Elena Moreno, María Dolores Pelayo, Mª Teresa Revilla, Mercedes Moll y Esther Tellado, además de María Dolores Calvet, Belén Landáburu y Nona Inés Vilariño fueron algunas de las pioneras después del franquismo, cuando las mujeres «eran consideradas poco menos que menores de edad».

Además de los «padres de la Constitución», ellas -de diferentes partidos- también influyeron en la elaboración de «una de las constituciones más avanzadas de la época» y de la recuperación de los derechos que la dictadura arrebató a las mujeres. Unos avances comparables al voto conseguido por la diputada Clara Campoamor durante la Segunda República, explica Iglesias.

«La Transición no fue un momento pacífico, había una gran violencia por parte del búnker del régimen y de los terroristas, y en ese momento de zozobra se atrevieron a dar el paso. Merecen nuestro reconocimiento y ser estudiadas», apunta la autora, que durante más de 20 años ha sido periodista parlamentaria.

En ese Congreso constituyente, las mujeres suponían solo el 6 %. Por eso, Iglesias asegura que «el choque fue muy grande y hay todo tipo de anécdotas». Por ejemplo, las parlamentarias eran llamadas «señoras diputado», en masculino, porque no se había generalizado el uso de la palabra «diputada»; y tuvieron que pedir que aumentara la temperatura del aire acondicionado (los hombres iban con corbata y traje de chaqueta). Esta petición, precisamente, la realizaron a una Mesa de Edad compuesta por Dolores Ibárruri (la Pasionaria), que era la más mayor, y el poeta Rafael Alberti, el más joven del hemiciclo.

Las diputadas estaban en «un parlamento solo de hombres, hecho por y para ellos», asegura Iglesias, en el que «se aprovechaban de su gran capacidad de trabajo y el poco ego y la nula ambición de lucirse que tenían». «Los portavoces se lucían por el trabajo de ellas, que ejercieron muy pocas veces la portavocía», incluso si se debatían temas ligados a cuestiones de género. «Sufrieron condescendencia en el mejor de los casos» y en otros fueron ignoradas», explica la periodista. Por eso, se vieron obligadas a «multiplicar esfuerzos», destaca.

Recuperar vidas

En la presentación del libro en València, la periodista estuvo acompañada por Julia Sevilla, profesora honorífica de Derecho Constitucional en la Universitat de València, y Margarita Soler, presidenta del Consell Jurídic Consultiu. Sevilla ya realizó un trabajo sobre las primeras mujeres constituyentes, como miembro de la Red Feminista de Derecho Constitucional y bajo una iniciativa del gobierno, cuando Maria Teresa Fernández de la Vega era vicepresidenta.

«Fue un regalo entrar en contacto con mujeres que participaron en la elaboración de la Constitución pero que también trabajaron por reformar las leyes ordinarias», apunta la profesora. Por su parte, Soler destaca que es un «honor poner en valor la historia de las grandes olvidadas de un momento tan mitificado como la Transición». Pero, ante todo, la autora del libro reivindica recuperar «no solo la vida de las excepcionales, sino también de las mujeres comunes», porque es «necesario y de justicia».