Política

La crisis creciente de Vox: "Hay riesgo real de implosión, pero no habrá rebelión"

El partido de Abascal acumula grietas en los territorios, inquietud en el grupo parlamentario y la sensación de que la desconexión entre el núcleo duro que toma las decisiones y el resto de la organización se agranda por días.

Muchos dirigentes lamentan que la guardia pretoriana del líder piensa en resistir como partido de nicho gracias a un suelo electoral consolidado que no volverá al PP

Santiago Abascal, durante la campaña de generales en Extremadura. A la izquierda, en segundo plano, Ignacio Hoces.

Santiago Abascal, durante la campaña de generales en Extremadura. A la izquierda, en segundo plano, Ignacio Hoces. / Jorge Armestar

Paloma Esteban / Isabel Morillo

Las primeras crisis en gobiernos autonómicos con el PP con dimisiones incluidas, la incapacidad de superar ausencias como la de Iván Espinosa de los Monteros en el Congreso, las revelaciones en el libro de Macarena Olona recién publicado y, sobre todo, las reticencias que el núcleo duro que toma las decisiones empiezan a causar en muchos dirigentes están dejando a Vox a las puertas de la implosión. “Hay riesgo real, aunque la rebelión no sucederá”, aseguran distintos dirigentes y excargos del partido consultados por El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica. La sensación generalizada en los territorios y en el grupo parlamentario en el Congreso, que siempre ha constituido el gran escaparate para Vox, es de gran inquietud.

El primer pulso por el poder interno se libró precisamente en la Cámara Baja. La exportavoz en el Congreso, Macarena Olona, cuenta en su libro (‘Soy Macarena’) cómo el “ala ultra toma el poder” y apunta a Ignacio Hoces, hoy diputado por Badajoz y vicesecretario de Institucional, como el “caballo de Troya” que permitió desde su puesto de asesor que el alma falangista desplazara a la más liberal, y que acabó este verano con la dimisión de Espinosa de los Monteros. No era solo una cuestión ideológica, sino dos maneras de ver hacia dónde tenía que dirigirse el partido.

Algunos nos creíamos nuestros eslóganes”, relata otro exdiputado que tuvo peso en la pasada legislatura. “Cuida lo tuyo”, “venimos a cambiar las cosas”, “si Vox no existiera habría que inventarlo”, enumera, una a una, las grandes consignas internas. “Otros parecen convencidos de hacer de Vox un partido de nicho. Tenemos un suelo electoral consolidado, es verdad. Gente que no va a volver a votar al PP y que ve en Vox la única opción de dar la batalla cultural contra la izquierda. A eso lo fían todo. A mantenerlo y mantenerse ellos. Caiga quien caiga por el camino”, coinciden en el relato cargos con escaño y que ya lo perdieron.

La marcha del que fuera portavoz en el Congreso sigue sacudiendo las filas y ha dado aún más veracidad al relato que Olona emprendió meses atrás. El propio Abascal dio la orden de que el trabajo de los diputados se limitara a sus provincias y encomendó el grueso del grupo parlamentario a un núcleo muy restringido de asesores. Los que de verdad mandan en la organización.

Los que mandan y la "desconexión"

Vox siempre ha estado completamente jerarquizado. Los dirigentes asumen su papel de “soldados” y “patriotas” y, por eso, según explican, descartan una rebelión: por la confianza ciega que mantienen en Abascal como líder. Pero ninguno esconde el malestar y la preocupación ante el escenario que se abre esta legislatura. Vox tiene más presencia que nunca en gobiernos autonómicos y locales, pero una influencia muy mermada en la Cámara Baja, que es donde se hace la política nacional. Y la “desconexión” que la mayoría ve entre la cúpula ultra y las direcciones en los territorios hace pensar que “nada irá a mejor”.

Vox ya está dentro de los gobiernos de Castilla y León, la Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura y la Región de Murcia, además de presidir varios Parlamentos autonómicos y haber cerrado acuerdos en más de 140 ayuntamientos, el último el de Valencia. Siguen presionando para entrar en el de Sevilla y Huelva a cambio de aprobar los Presupuestos. El PP andaluz de Juan Manuel Moreno guarda silencio. No son decisiones, en todo caso, que se vayan a tomar en los territorios. El núcleo duro lo determina todo: las listas, los candidatos a dedo, los perfiles para ocupar cargos con responsabilidades, las estrategias y hasta los cambios de opinión. La disidencia siempre ha terminado hasta ahora en expulsión. En realidad, las negociaciones con el PP tras las elecciones de mayo ya estuvieron absolutamente centralizadas. 

De puertas hacia afuera, el eurodiputado Jorge Buxadé, llevaba las riendas de las conversaciones. Él e Ignacio Garriga, portavoz en el Parlament de Cataluña, son las voces más reconocibles en este momento. Pero internamente ya aparecen retratados como ‘hombres de paja’. En realidad, el cerebro que existe detrás de toda la estrategia es Kiko Méndez-Monasterio. La guardia pretoriana es cada vez es más reducida. Con Abascal en el Congreso está Ignacio de Hoces y el diputado por Guadalajara Ángel López Maraver, amigo íntimo de Abascal y con quien comparte una de sus mayores aficiones: la cazaNo hay otros nombres de peso real, a pesar de la apuesta decidida por la cordobesa Pepa Millán, hoy portavoz parlamentaria. Fuera del Congreso hay que sumar a Montserrat Lluís, encargada de personal; Enrique Cabanas, siempre al lado de Abascal; y Gabriel Ariza, este último socio en la empresa de comunicación Tizona SL de Méndez-Monasterio. Por encima de todos ellos, según señala Olona en su libro, está Julio Ariza, presidente del Grupo Intereconomía. Y a partir de ahí, según la abogada del Estado, “las tinieblas”.

La exportavoz dibuja un Abascal “esclavo de los intereses de gente infinitamente más poderosa que él” y asegura desconocer si “las tinieblas que empiezan en Ariza acaban en el Yunque, en Miami o en Irán”. En el libro ‘Soy Macarena’, la que fue candidata de Vox en Andalucía habla del Yunque como “una peligrosísima organización paramilitar y ultracatólica secreta de origen mexicano y alcance internacional” y utiliza las palabras de algunos periodistas para trazar “una vinculación directa entre el Yunque y Vox”.

Los territorios y el ascenso de Millán

Aunque la tónica es que los dirigentes mantengan férreamente la disciplina, últimamente ha habido sorpresas. La primera fue la dimisión de la única consejera que los ultra tenían en Extremadura. Hace unos días, en Baleares, el grupo de Vox ya implosionó con la dimisión del diputado Xisco Cardona, que abandonó el partido pero se quedó el acta. Las mayorías no se ven alteradas, pero Vox pierde un diputado. Cardona acusa a Madrid de haberse alineado con el ala más dura de Baleares que está forzando al PP con la lengua, un asunto muy delicado en las islas, incluso bloqueando la aprobación del techo de gasto del Presupuesto. El ahora diputado no adscrito defendía el acuerdo con los populares y llegó a calificar de "sainete" la imposición de su partido.

Otra de las claves en todo el runrún interno es la designación de Pepa Millán al frente de la portavocía parlamentaria. La cordobesa fue asesora en el grupo parlamentario andaluz y Bambú (como se conoce la sede nacional del partido por su localización en esta calle de Madrid) la impuso directamente como senadora por designación autonómica a mitad de la pasada legislatura. 

Un puesto que primero se le prometió a Olona, que después iba a recaer en quien fue su coordinador de campaña, Jacobo González-Robatto, y que, finalmente, fue para Millán, que ha hecho en dos años una carrera meteórica dentro del partido. En su ascenso hay otro nombre clave: Rodrigo Alonso, diputado andaluz y líder del sindicato Solidaridad, con quien había trabajado mano a mano durante tiempo. A partir de ahí, su presencia en el Senado destaca, aseguran algunos de sus compañeros en Andalucía. Pero, aún así, llamó la atención su designación como portavoz en el Congreso en sustitución de Espinosa. “Ya lo iba a ser”, aseguran algunos, sin dejar de mostrar su sorpresa por la inexperiencia de la parlamentaria al frente del grupo más importante a nivel nacional. Además, durante mucho tiempo las miradas estuvieron puestas en Rocío de Meer, sobrina de Méndez-Monasterio y diputada por Almería.

El lío económico

El mayor quebradero de cabeza de Vox en estos momentos esté posiblemente en las denuncias que ponen en entredicho el destino de los fondos públicos que recibe el partido. Denuncias que Vox ignora, cubriendo con un manto de silencio desde la dirección, y que han ido saliendo en diversos medios de comunicación. Denuncias que corona Olona con lo que llama “el chiringuitazo”.

Durante los últimos cuatro años, Vox desvió a su fundación Disenso, constituida como un ‘think tank’ del partido en 2020 y presidida por Abascal, un total de 7 millones de euros en tres años, según publicó ‘elDiario.es’. “Poco hemos gastado”, defendió el secretario general, Ignacio Garriga, alabando a la fundación como el principal brazo armado del partido en la batalla cultural que libra. El otro ojo del huracán está en Tizona SL, una agencia de comunicación participada al 50% por Méndez-Monasterio y Gabriel Ariza, que “habría facturado en cinco años casi cuatro millones de euros siendo su principal o único cliente Vox”, según Olona, que denuncia que en apenas cinco años “se han desviado 11 millones de euros” a un “entramado societario” con claros beneficiarios. 

Vox asegura que está valorando si acude a los tribunales; y Olona, que ha hecho acusaciones muy duras en los medios de comunicación y en su libro, no ha optado por ir a la justicia, aunque emplaza a los aludidos a que la demanden. La opacidad en las cuentas impide llegar al detalle de toda una tela de araña tejida alrededor de Vox, sus fundaciones y sus empresas afines. Hay exdirigentes que se muestran convencidos de que los colaboradores de Abascal "bordean la ilegalidad, pero no pasan líneas rojas". Y eso, dicen, es lo que les permitá "seguir adelante.