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¿Qué queda del legado de Lenin 100 años después de su muerte?

Los comunistas de hoy reivindican las recetas políticas del padre de la Unión Soviética para resolver los problemas actuales del capitalismo, pero asumen que no corren buenos tiempos para la revolución

¿Qué queda del legado de Lenin 100 años después de su muerte?

¿Qué queda del legado de Lenin 100 años después de su muerte? / EFE

Juan Fernández

Si es cierto que las momias atesoran un magnetismo que trasciende la fascinación que generan sus figuras, la que se exhibe en la plaza Roja de Moscú habrá que incluirla entre las más poderosas, y reconocerla también titular de alguna que otra paradoja histórica.

Pocos personajes han logrado ejercer un influjo mayor en su tiempo que el que imprimió en el siglo XX Vladímir Ilích Uliánov, Lenin, de cuya muerte se cumplen cien años este domingo. Lideró una revolución que tumbó un imperio secular -el de los zares- y se mantuvo en pie durante siete largas décadas; inspiró infinidad de movimientos revolucionarios en todo el planeta -varios de los cuales siguen hoy en el poder-; y su discurso marcó la vida política de la práctica totalidad de los países.

Sin embargo, en las sociedades capitalistas cuyo colapso auguró, que hoy adolecen de muchos de los problemas sociales que él mismo pronosticó, la evocación de su figura genera las reacciones propias de un personaje de otra época con nula capacidad para influir en los asuntos de la actualidad. Quienes le combatieron ya no le temen, y quienes reivindican su legado reconocen que no soplan vientos a favor de restaurar el leninismo.

Comunistas

Cinco países son pocos comparados con toda comunidad internacional en su conjunto -formada por 197 estados-, pero si se suma la población de China, Vietnam, Laos, Cuba y Corea del Norte -las únicas naciones oficialmente declaradas comunistas a día de hoy: 1.600 millones de habitantes en total-, el resultado es que uno de cada cinco habitantes de la Tierra vive bajo un régimen inspirado en la obra de Lenin. No son pocos para un personaje que apenas tiene quien le reivindique en su país, donde solo es usado como reclamo turístico para lucir en pines, gorras y camisetas o para recibir visitas organizadas al mausoleo que alberga sus restos. 

En ese saldo no computan los apoyos que ostentan hoy los partidos declarados abiertamente marxistas-leninistas en los países occidentales, situados en los márgenes demoscópicos y sin opciones serias de tocar poder, ni el prestigio, si quiera sea a modo de referencia ideológica, que el discurso comunista conserva en las formaciones de izquierdas en todo el mundo.

“Lenin fue el político más influyente del siglo XX. Del fascismo a la sociedad del bienestar occidental o los procesos descolonizadores, nada de lo que pasó en esas décadas se puede explicar sin el influjo que ejerció la revolución que él instauró. Pero hoy su transcendencia es, sobre todo, simbólica por el logro histórico que alcanzó. Fue el primer líder capaz de subvertir el orden establecido y hacer que los proletarios, los esclavos de la historia, se hicieran con el poder. En 5.000 años de civilización, nadie antes había hecho algo así”, analiza el economista Santiago Armesilla, titular de un canal de Youtube donde, aparte de hablar de historia, política y economía, imparte cursos de marxismo a sus 221.000 seguidores. 

“Lenin demostró que la revolución era posible, y ese hallazgo, que nadie puede poner en duda, conserva intacta su vigencia a día de hoy”, resume el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en marxismo José Luis Martín Ramos. Si la revolución soviética fue su gran creación, el hundimiento de la URSS fue interpretado como una capitulación de su propuesta política, pero el historiador rechaza la lectura que se cundió tras aquel acontecimiento histórico.

“Ni el mensaje de la revolución francesa se devaluó por el desenlace que tuvo ese movimiento, ni el de Lenin ha decaído por la desaparición de la URSS”, advierte Martín Ramos, y añade: “El mensaje de Lenin es que el capitalismo es insostenible y no tiene sentido aspirar a reformarlo ni esperar a que colapse por sí solo, hay que pasar a la acción y romper con él. Cómo se traduce esto políticamente es lo que no está claro, porque ni siquiera él llegó a aclararlo. Falleció antes de poder explicar cómo los regímenes comunistas debían resolver la cuestión de la democracia”.

Cambiar de sistema

El centenario de la muerte del padre de la Unión Soviética ha coincidido en el tiempo con el Foro de Davos, que estos días reúne en la estación invernal suiza a los principales líderes políticos y empresariales del mundo para analizar la situación económica del planeta. El panorama sombrío que se dibuja en las sesiones, marcado por la desigualdad y el malestar creciente que manifiestan cada vez más sectores de la sociedad, es visto por los herederos de Lenin como una ratificación de sus tesis.

“107 años después de la revolución bolchevique, el problema y la solución continúan siendo los mismos: la explotación de la clase trabajadora. La riqueza que generan los trabajadores se la apropian otros, y esto no se arregla subiendo unos euros el SMI. Hay que cambiar el sistema de raíz”, entiende Ástor García, secretario general del Partido Comunista de los Trabajadores de España (PCTE)

“Lenin fue el político más influyente del siglo XX, pero hoy su transcendencia es simbólica. Fue el primer líder capaz de subvertir el orden establecido y hacer que los proletarios, los esclavos de la historia, se hicieran con el poder

Santiago Armesilla, economista, politólogo y 'youtuber' marxista

Esta formación es la única que concurrió a nivel nacional en las últimas elecciones generales en España, las de julio de 2023, luciendo la palabra comunista y el símbolo de la hoz y el martillo en las papeletas. Se presentó en 33 circunscripciones y obtuvo 18.218 votos, pero su líder no se siente predicando en el desierto. “No nos preocupan las elecciones, sino el trabajo que hacemos fuera del período electoral. Y ahí, cuando vamos a los barrios y a los sindicatos a hablarles a los trabajadores, nuestro mensaje sí es apoyado”, destaca el político comunista.

¿Es posible plantear la revolución en 2024? La sola mención de esta palabra despierta en amplios sectores de la población una urticaria que no escapa a quienes estarían dispuestos a promoverla mañana mismo. “El discurso de Lenin hoy asusta por la leyenda negra que sembró el anticomunismo. El precariado de hoy es el proletariado de hace cien años, pero en el corto plazo no hay atajos a la revolución. Mientras haya capitalismo seguirá habiendo comunistas, pero la caída de la URSS obliga al marxismo a hacer una larga travesía del desierto”, argumenta Santiago Armesilla. 

Pero si algo enseñan los años que han seguido a 1989 es que el final de la historia no está escrito. “La izquierda revolucionaria vive un momento bajo en Occidente, pero en otras regiones del planeta sí muestra vigor, y nadie sabe qué puede pasar en el futuro”, advierte Martín Ramos.

¿El comunismo, como la momia de Lenin, aguarda congelado la llegada de una oportunidad histórica para reverdecer? “No vivimos tiempos proclives para la lucha, pero esto es coyuntural. Los problemas de siempre siguen ahí. Solo hace falta que los trabajadores tomemos conciencia de nuestra fuerza, que es más de la que muchos creen, y que pasemos a la acción”, avisa Ástor García. 

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