Cintillo ODS

La hambruna es un problema que afecta a 815 millones de personas en todo el mundo, con una perspectiva de crecimiento alarmante. De este modo, se estima que el número de personas con dificultades para acceder a una buena alimentación podría llegar a los 2.000 millones en 2050.

Este problema tiene un importante trasfondo económico y afecta, principalmente, a los países de Asia y África, que concentran el 93,5 % del total de personas en situación de malnutrición. Sin embargo, la actual emergencia sanitaria ha incrementado las desigualdades en todo el mundo y ha elevado el número de personas en riesgo de exclusión en España y el resto de países de la Unión Europea.

Con el objetivo de proyectar sobre la sociedad valenciana los retos de las Naciones Unidas en su Agenda 2030, Levante-EMV desarrolla, desde hace septiembre de 2019, un programa de difusión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a través de reuniones informativas con diferentes expertos vinculados a estos ámbitos.

Así pues, el pasado jueves tuvo lugar un encuentro telemático organizado por el periódico en el que se debatió sobre las carencias alimentarias en el mundo y las consecuencias directas de la pandemia sobre el hambre. La conversación estuvo moderada por el periodista Julio Monreal, y contó con la presencia de Amador Gómez, director de innovación de Acción contra el Hambre; Rodolfo Canet, director del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA); Javier Solsona, director de los Centros de Desarrollo Turístico (CDT) de la Comunitat Valenciana; y Rafael Birlanga, vicepresidente del Colegio Oficial de Dietistas y Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CoDiNuCoVa). El encuentro contó con un mensaje exclusivo para la ocasión enviado en video por José Graziano da Silva, director general de la FAO entre 2012 y 2019, quien ha desarrollado y desarrolla una labor crucial en la eliminación del hambre en Brasil, su país natal y de residencia.

Un reto político

El hambre es un problema que afecta a una de cada nueve personas en el mundo y es responsable del 45 % de las muertes en niños y niñas menores de 5 años. Debido a estas cifras, las Naciones Unidas marcaron esta cuestión como una de las principales líneas de actuación en su Agenda 2030 y se propusieron erradicar el hambre en el mundo para entonces.

Un lustro después, la situación ha empeorado y el mundo no está bien encaminado para alcanzar el objetivo de hambre cero para 2030. «Me encantaría decir que estamos avanzando, pero la realidad es que nos estamos alejando de los resultados exitosos que habíamos empezado a ver desde 2010». Con esta aseveración inició Amador Gómez su ponencia, en la que destacó que «a partir del 2015, hemos visto un aumento preocupante del hambre en mucho países. No podemos renunciar al objetivo que nos hemos establecido y las familias tampoco pueden esperar a que les demos una respuesta. El problema de la alimentación es hoy fruto de cuatro ‘C’: clima, conflictos, crisis económica y ahora, la covid-19».

El director de innovación de Acción contra el Hambre cataloga el problema como «un reto político»: «Sabemos perfectamente lo que hay que hacer. Tenemos excelentes experiencias a nivel internacional que nos dicen que, cuando se prioriza el problema de la alimentación y se establecen unas políticas adecuadas que se incorporan en los presupuestos y se mantienen a lo largo del tiempo, es posible eliminar el hambre», destaca.

130 millones de personas en riesgo de exclusión

Según un reciente informe del estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo publicado por la FAO, las repercusiones socioeconómicas y sanitarias derivadas de la crisis de la covid-19 deteriorarán, todavía más, el estado nutricional de los grupos de población más vulnerables. De este modo, el número de personas en riesgo de padecer hambre severa podría incrementarse en 130 millones en los próximos años.

«Cuando vemos aparecer colas del hambre en las ciudades españolas tenemos que saber que esto tiene más que ver con la coyuntura económica que con los aspectos productivos», asegura Rodolfo Canet. Durante su intervención, el director del IVIA recordó la incansable labor de los productores durante la pandemia: «La pandemia ha alterado muchísimo el trabajo investigador, pero también ha demostrado que el sector productor ha estado ahí, día a día. La covid-19 no ha hecho que falte comida».

El turismo ha sido uno de los sectores económicos más golpeados por la crisis del coronavirus. «Nuestro gran objetivo es ayudar a sobrevivir a las empresas del sector turístico, que deben hacer frente a muchos gastos sin ingresos y con la capacidad de tesorería prácticamente desaparecida. Tenemos un sector turístico muy competitivo y esperamos que lo siga siendo a finales de 2021», confiesa Javier Solsona.

A pesar de ello, los CDT de la Comunitat Valenciana reorientaron su actividad durante la primera ola de la pandemia para proveer a las personas más necesitadas con más de 7.000 comidas diarias. «Desde el mes de abril tratamos de dar respuesta a una situación muy crítica y pusimos en marcha una serie de proyectos para reconfigurar nuestros centros de formación y abastecer a personas que tenían necesidad. Para nosotros fue bastante difícil, porque las cocinas están preparadas para 20 alumnos y, de repente, pasamos a cocinar 2.000 menús diarios», explica su director, Javier Solsona.

Una compra responsable y solidaria

El mundo ofrece recursos suficientes para abastecer de comida a toda la población. Sin embargo, un tercio de toda la comida que se produce en el mundo para el consumo humano no se aprovecha, según la FAO.

Así las cosas, las Naciones Unidas se propusieron en 2015 el reto de reducir el desperdicio a través de cambios significativos en el sistema agroalimentario mundial. «Producir con menos recursos es clave en todas las políticas concernientes a reducir el hambre», resalta Rodolfo Canet. El director del IVIA destaca que poner fin al desperdicio alimentario es una de las políticas prioritarias de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, en la que «trabajamos en un sentido estricto». Además, el IVIA cuenta con un Centro para el Desarrollo de la Agricultura Sostenible en el que «se trabaja en la utilización de recursos para evitar todos los problemas que están llevando el hambre a muchos lugares».

Según un sondeo reciente de la Red sin Desperdicio sobre los hábitos alimentarios en hogares durante la crisis de la covid-19, el 30 % desperdicia menos que antes. «Esto evidencia la preocupación por el aspecto económico y la necesidad de aprovechar más los recursos», argumenta Canet, quien también explica que «una acción de compra es una manifestación sobre cómo deben ser las cosas. Lo primero que tenemos que hacer es comprar bien, pensando lo que compras y cómo lo compras».

En esta misma corriente de opinión se expresa Amador Gómez, que anima a realizar «un ejercicio de solidaridad y responsabilidad en el consumo. Así, podemos hacer de nuestro carro de la compra un carro de combate contra el hambre». Para Amador Gómez, éste debería estar compuesto por «alimentos de producción local y saludables, además de alguno extra pensando en sumar para que los bancos de alimentos sigan creciendo. Tenemos que hacer de eso un hábito».

Exceso en un mundo de escasez

En un mundo tan polarizado, la escasez y el exceso conviven de forma paradójica. De este modo, mientras que una gran parte de la población mundial tiene dificultades para acceder a una dieta correcta, otras personas sufren problemas de salud debido al exceso de alimentación.

«En un país privilegiado como España, tenemos el problema del hambre menos visibilizado, pero está ahí. Tenemos que buscar el hambre cero y cuidar la alimentación en torno al resto de las personas, tanto por malnutrición como por exceso», alerta Rafael Birlanga.

España es uno de los pocos países de la Unión Europea que no cuenta con la figura del nutricionista en la cartera de servicios públicos. Esa situación les retiene en consultas privadas, a las que no tienen acceso quienes más les necesitan. «Llevamos alertando de la pandemia de la malnutrición mucho tiempo. Pedimos a la administración que nos pongan en valor y abogamos por un derecho de alimentación que garantice una dieta de cantidad y calidad para todos», expone el vicepresidente del CoDiNuCoVa.

Birlanga utiliza también cuatro ‘C’ para resumir la receta de una buena alimentación: compra de temporada y cuanto más local mejor; cocinar más en casa y comer más local fuera de casa; comer productos de calidad y conocer el territorio propio y lo que proporciona. A estas cuatro ‘C’ Javier Solsona añade también la de cooperación con las ONG y confianza en ellas «por la labor fantástica que desarrollan».

«Erradicar el hambre en el mundo es sencillo, más fácil que enviar a alguien a Marte»

Más de 34 millones de personas padecen hambre en América Latina y Caribe. Sin embargo, estos países cuentan con el ejemplo reciente de Brasil, que consiguió subsanar el problema del hambre durante la primera década del siglo XXI. «En 2003 iniciamos el programa hambre cero en Brasil, con el 40 % de la población pasando hambre o malnutrida. En 10 años, erradicamos el hambre por completo», asegura José Graziano da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) entre 2012 y 2019, en un mensaje exclusivo enviado por video al encuentro de expertos sobre el ODS hambre cero organizado por Levante-EMV.

Graziano ejerció de ministro Extraordinario de Seguridad Alimentaria y Lucha contra el Hambre en el primer gobierno de Lula da Silva. Durante este periodo, Graziano introdujo un nuevo modelo de desarrollo centrado en la erradicación del hambre y la inclusión social.

El programa Fome Zero (Hambre Cero) logró acelerar los procesos de reducción del hambre en Brasil hasta 2,5 veces más rápido que en el decenio anterior. Como resultado, Brasil se convirtió en 2014 en el primer país en desarrollo en haber erradicado el hambre, cumpliendo con los objetivos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. 

«Una política de seguridad alimentaria debe ser permanente. Brasil está en camino de volver al mapa del hambre del que salió en 2014, porque los gobiernos posteriores no han tenido la misma voluntad política», lamenta Graziano.

«Con la pandemia, mucha gente empezó a preguntarse si era posible alcanzar la erradicación del hambre antes de 2030 y empezaron a pensar en posponer la fecha o reducir la meta. Los dos primeros objetivos, el fin de la pobreza y el hambre, son los retos más ambiciosos de los ODS y, si no los cumplimos, no alcanzaremos ninguno de los otros 15 objetivos», advirtió Graziano, que recordó que «el único número aceptable para el hambre es cero»

Responsabilidad política

En el año 2000, las Naciones Unidas se propusieron reducir un 50 % el hambre en el mundo, a través de los ODM. Para Graziano, esta primera idea «creaba un gran problema. ¿Qué podíamos decirle a la otra mitad, que tenían que esperar con hambre?».

El actual director del Instituto Fame Zero en Brasil considera que los políticos tenían una gran responsabilidad en el crecimiento prolongado del número de personas con hambre en el mundo: «Falta voluntad política para erradicar el hambre», critica. «Erradicar el hambre no es como enviar alguien a Marte, son cosas sencillas. Sabemos cómo dar de comer a la gente, pero falta plata, dinero para comprar los alimentos», explica. desde su Brasil natal.