El Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes del Gobierno de la República quiso convertir las Fallas en aparato de propaganda revolucionaria, porque hablan al pueblo en su mismo lenguaje y otorgó 40.000 pesetas, una fortuna entonces, para que en la ciudad de Valencia fueran plantadas cuatro «fallas antifascistas».

Con fecha 8 de febrero de 1937, (Gaceta de la República nº.42, de fecha 11 febrero ) se exponía que el Gobierno quería «fomentar e impulsar todas aquellas manifestaciones artístico-populares que por estar fuertemente enraizadas en la tradición han llegado hasta hoy con todo su contenido vital y fuerza expresiva», entre ellas las Fallas valencianas.

«Aprovechando toda su potencia satírica de origen, cree necesario imprimirle un nuevo sentido de propaganda que se acomode a las circunstancias por que atravesamos, sentido que ha de cumplir mejor que ningún otro medio de expresión plástica, ya que él habla al pueblo en su propio idioma».

Establecía la Orden que el dinero fuese entregado a la Aliança d´Intel-lectuals per la Defensa de la Cultura «para la construcción de cuatro fallas de carácter antifascista, cuya ejecución correrá a cargo del Sindicato de Art Popular C.N.T., con la colaboración de elementos de la U.G.T., bajo el control artístico del Director General de Bellas Artes».

Renau, impulsor de la iniciativa, pensaba que las Fallas eran del pueblo y a través de ellas hablaba el pueblo, cuyo espíritu estaba representado en ellas. En las que se plantaron durante la pasada guerra civil fueron caricaturas satíricas fuertes contra todo lo que la izquierda luchaba.

Los bocetos fueron encomendados a Gori Muñoz y la construcción de las fallas a Regino Más, los versos de los llibrets a Francesc Almela i Vives, y las ilustraciones a Josep Renau.

Enfrentamientos dentro de las mismas tribus, alegándose que el horno no estaba para bollos y gastos, hizo que una vez terminadas, las Fallas no fueran plantadas. El Ayuntamiento zanjó la polémica prohibiéndolas. La CNT alegó en defensa de su colocación que eran un buen aparato propagandístico para expresar las ideas de la revolución, porque hablaban en el mismo lenguaje del pueblo. La misma fundamentación de la Orden ministerial

No fueron plantadas, pero los ninots más destacados quedaron a la exposición pública en La Lonja, que fue muy visitada y comentada.

Concluida la guerra civil, el franquismo las hizo suyas y controló. Mediante otra Orden Ministerial, de 14 de marzo de 1946 (Boletín Oficial del Estado, n.75, de fecha 16 de marzo) declaró las Fallas Fiestas de Arte de Interés Nacional. Explicando que «surgidas de humilde manifestación callejera en los siglos gremiales, que se utilizaba para las sátiras del vecindario», ha devenido en «una de las más importantes y famosas manifestaciones de arte de cuantas se celebran en España…verdaderas maravillas de fastuosidades y de ingenio que al ser entregadas jubilosamente a las llamas constituyen una de las más brillantes, alegres y ruidosas fiestas que se pueden presenciar en el mundo».