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Juan Armiñana se retira de la falla Nou Campanar

El presidente deja libertad a los falleros para que gestionen su futuro, que estará fuera de Especial salvo gran sorpresa

Juan Armiñana. levante-emv

Lo que ya conocían algunos de sus allegados se conoció definitivamente anoche: Juan Armiñana deja la presidencia de Nou Campanar y deja también la comisión. De forma amistosa, porque no se puede reñir con uno mismo. Simplemente, por prescripción personal.

«La decisión está tomada desde hace tiempo, pero no quería que las últimas fallas fueran tristes y que esa fuera la noticia. Me lo dejo. Lo necesito». Las razones, personales y falleras. «Necesito dedicarme a mí mismo y a mi familia, tengo muchas cosas que hacer y se lo debo a mucha gente y a mi trabajo, que es en lo que me debo centrar».

Esto significa que la comisión será gestionada por los falleros que queden en la misma. En teoría, la presidencia la asumiría Antonio Platero, que ya tiene una dilatada experiencia en el Mercado de Castilla. Su principal objetivo sería el de garantizar la continuidad de la comisión. Es decir, que sin el agente aglutinante, el propio Armiñana, no haya una desbandada general. Nou Campanar tiene, en estos momentos, un censo de 104 adultos, una cantidad pequeña, pero no precaria: ocupa el puesto 272 de las 385 comisiones. Es decir, es viable. Pero también está claro que, salvo alguna gestión brillante, será fuera de la Sección Especial. Haría falta aprovechar la marca Nou Campanar y un trabajo arduo para conseguir el mínimo que garantice su futuro con los mejores.

En ese sentido, Armiñana recordaba que «la Federación de Sección Especial deja dos años de ausencia para no perder los derechos. No sé lo que pasaría en el futuro». Un proyecto como éste, plenamente presidencialista, requerirá de mucho temple para sacarlo adelante.

El todavía presidente reconoció que el hartazgo también tiene mucho que ver con su salida. «Han sido doce años en los que lo he dado todo por el proyecto. Hemos vivido algunos de los momentos más brillantes de la historia de la fiesta. Los objetivos están totalmente cumplidos». Y es que, cuando inició el proyecto, no fueron pocos los que le auguraban una corta vida. El proyecto acabó por convertirse en todo un fenómeno social. Quien fuera alguien en la fiesta y en la ciudad tenía que pasar por la carpa de Nou Campanar, donde el lujo (fallero) no faltó. Por no hablar de la exhibición pública en sus mejores años, cuando la demarcación se convertía en un auténtico parque temático, al que acudían cientos de miles de personas.

Este año, sin embargo, el guión ya había cambiado como antesala del final de ciclo. Una falla modesta, aunque especialmente solidaria, que no obtuvo el beneplácito del jurado.

Armiñana también confesó que necesitaba un parón en la exposición pública. También recordaba haberlo pasado muy mal en el plano personal al ser juzgado por alzamiento de bienes. «Me absolvieron, como no podía ser de otra manera, pero ha sido un desgaste muy grande. Quieras o no, lo he pasado muy mal y también necesito un reposo».

El alejamiento no es el típico de estar detrás para echar una mano. Es absoluto. «Si, porque me conozco. Si me quedo en segundo plano, al final acabaré estando otra vez ahí, me volveré a envenenar de todo el tema fallero y seguiré adelante. No. Ahora mismo necesito estar fuera».

El legado de Juan Armiñana son unas fallas que están en la historia de la fiesta. «No le debo nada a nadie ni pido que me deban nada. Simplemente, he hecho lo que, en conciencia, quise. Si la fiesta se ha visto beneficiada con ello, me alegro. Yo también he vivido algo increíble, porque las fallas son, desde niño, mi pasión. Y saber que hemos plantado lo que está en los libros me hace muy feliz». ¿Regresará en cuanto tenga un poco de "mono"? «De momento sólo pienso en alejarme. El tiempo lo dirá».

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