El 19 de Marzo de 2013, Vicente Marín, bombero de profesión, soltero y con 37 años, llegó a la falla Quart-Turia por la tarde junto a sus compañeros, dispuesto a controlar que todo estuviera listo para la «cremà» de esa noche. La casualidad hizo que fuera en esta comisión „ comandada por la fallera mayor Marta Lluch, de 36 años, divorciada y con un hijo„ donde la brigada se quedó a disfrutar de la cena. Ayer le pidió en matrimonio a los pies de la Mare de Deu.

Vicente recuerda que esa noche les trataron muy bien, cenaron y algo mágico surgió para hacer de ella una noche inolvidable. Del flirteo inicial brotó la llama de la pasión. «No sé si fue la mirada, pero algo pasó», recuerda la fallera mientras esboza una pícara sonrisa. Cuando Vicente volvió y acabó la faena de la «cremà», los lloros de dulce tristeza de Marta y la emoción del momento, dieron paso a la fiesta posterior en la que el júbilo se generalizó, sobre todo cuando los bomberos cantaron canciones propias del gremio.

Marta seguía llevando el móvil de Vicente escondido en su traje y cuando éste se lo pidió -como si de una técnica de ligar se tratase- empezaron a hablar, se hicieron alguna foto juntos y el flirteo se intensificó. Marta guarda con especial cariño el suéter oficial de bombero que Vicente le regaló aquella noche y con el que vistió parte de la misma. El ambiente festivo y las copas de champán ayudaron a que ambos fueran incitados por sus amigos hacia el amor, por lo que las llamas de la pasión se avivaron y «una cosa llevó a la otra». «Dale un beso, dale un beso», gritaban los colegas de profesión de Vicente. Al final hubo beso, pero la noche no dio para más, pues acabó con «el bombero» volviendo a casa en el camión y «la fallera mayor» en su propia casa por otro lado, eso sí, no sin antes darse el «whatsapp» mutuamente.

La relación se consolida

Un paseo por el viejo cauce del Turia fue el escenario de la segunda cita a la que llegaron tras hablar a través del teléfono móvil durante días. La relación se fue consolidando «cita a cita» hasta el punto de irse a vivir juntos meses después. Vicente, natural de Torrefiel, cogió sus bártulos del «pisito de soltero» de Gandia en el que vivía y se mudó a Picassent donde vive desde entonces junto a Marta y el hijo de ésta, con el que afirma llevarse muy bien. «Aquél día en la falla recuerdo cómo jugaba con los niños en la «cremà» infantil y éstos se ponían las vestimentas de los bomberos», rememora Marta corroborándolo.

Su historia de amor es conocida tanto en el gremio bombero como en el fallero, de hecho los amigos de cada uno de ellos les preguntan por el otro tal y como los conocen, «¿cómo está «el bombero»?», o ¿qué tal con «la fallera mayor»?, son preguntas con las que conviven en el día a día. La falla Quart-Turia tiene un idilio con el amor y así lo demuestra la situación que se vive este año en la comisión. Marta, la fallera protagonista de este «cuento de hadas», es la quinta hija -de un total de siete- del matrimonio de Vicente Lluch -actual presidente- y Luisa Prats, un amor que curiosamente surgió también en la falla. «Conocí a Luisa en esta falla y acabamos de cumplir 46 años de casados», confiesa ilusionado Vicente Lluch, conocido en el barrio de Quart como «el Boli».

Con 75 años de vida y 60 ejercicios falleros a sus espaldas, la falla ha querido reconocer esta trayectoria nombrándole presidente por primera vez y por ello Marta repite como fallera mayor en este 2015, para ayudar a su padre con todo. La mirada de «el Boli» es la de una persona repleta de amor que disfruta mientras contempla feliz cómo su hija cuenta esta historia junto a su futuro marido. Todas sus hijas han pasado por el «trono fallero» de Quart-Turia -dos en el infantil y cuatro en el de las mayores- y su único hijo fue presidente de la comisión.

Otra petición en Rojas Clemente

No fue la única petición de mano de la Ofrenda. María, de la falla Rojas Clemente, dio el "sí, quiero" a Esteban justo antes de llegar ante la Virgen. Él la sacó de la fila y le pidió matrimonio. La novia aceptó encantada.