Los falleros de Félix Pizcueta-Cirilo Amorós y los visitantes contemplaron atónitos cómo poco después de las 10 de la noche ardían simultáneamente sus fallas grande e infantil. Una chispa de la «cremà» de la pequeña saltó a la grande (arriba) y consumió el monumento dos horas antes de lo previsto (sobre estas líneas. Fue prácticamente el único sobresalto de una noche desapacible.