Como en los antiguos sorteos del servicio militar, en los que podía tocar Manises o el Sidi Ifni. Aquí no era para tanto, pero las falleras de la corte de honor conocieron los colores que llevarán en sus trajes oficiales, esos que las acompañarán en el año más especial de sus vidas, anunciándose una a una cada pareja. Y como siempre pasa cuando se asignan las telas, a unas les tocaron los buenos y a otras los muy buenos. Se puede decir que el premio gordo se lo llevaron las parejas formadas por Pepa Esbrí e Iris Alonso, un rojo cardenal; y sobre todo María Bernabéu y Begoña Corts, que llevarán un negro, toda una rareza en los trajes de la corte (ninguna de las dos lo había lucido) y que prueba su carácter emergente desde que Carmen Sancho de Rosa lo llevara en la Crida de 2014.

Esa fue la puesta en escena del primer gran elemento de la indumentaria tradicional para 2016: las telas de Vives i Marí para las mayores. Para el primer y el segundo traje. Seda natural para el traje Siglo XIX y lampas para el Siglo XVIII. Amparo Sánchez, una de las responsables de la firma, reconocía que el negro es una apuesta ambiciosa. «Es un color fuerte y atrevido, pero que también se puede llevar con elegancia». Pero hay algo más que un negro. «En general, son colores muy diferentes a lo que se ha presentado últimamente. Son tonalidades que se ven muy poco en el mercado o que vayas a ver en cien tiendas y en cien trajes. No son típicos y eso es lo que los hace más especiales. Las flores y adornos van en tonos muy empolvaditos, para que no destaquen sobre el fondo, sino que conformen una buena combinación».

Esto no sucede en el traje «Siglo XVIII», donde la pauta marcada desde la Junta Central Fallera era la de acentuar la sobriedad. «Van con dos metales que se notan muy poquito, muy sobrios. Aquí sí que domina poderosamente el fondo, junto con los detalles de las flores. Son unas telas más mate, un puntito más, si se quiere llamar así, más "rústica" con unos fondos más "subidos" que otras veces, pero sin llegar a ser estridentes».

Pero la corte de honor no va a ir vestida de «huertana» en ese segundo traje. Eso lo advertía la indumentarista, Carmen Asins. «A ver: son las reinas de la fiesta, la auténtica "aristocracia" de la ciudad. Y dentro de lo que entendemos como Siglo XVIII, había muchas condiciones sociales diferentes. El traje que va a llevar la corte está inspirado en un grabado antiguo. No va a ser un traje de huertana, de ir al campo, que eso quede claro. Será un traje con su punto de elegancia».

De cara a la «dansà», donde el traje se hace más, si se quiere llamar así, rústico, se aprovechará la falda, pero „a falta de tomar la decisión final„ con un cuerpo que ayude a bailar y en concordancia con lo que se lleva en ese tipo de actos.