A los pocos días de salir elegida cumplió 31 años. Pero la edad no es lo más llamativo en la fallera de Quart-Palomar. Los 30 años o más dejaron de ser rareza hace tiempo. Sorprende más, seguro, su trabajo. «Soy procuradora». Aunque con una trayectoria profesional curiosa. «Al principio no quería estudiar la carrera de derecho. Pero mi padre es abogado, lo vives en casa y, al final, lo haces. Pero estaba trabajando de dependienta y estaba muy feliz. Tiendas de moda y ropa. «Trabajé en Aita, Canecue, Solera, otra vez en Aita... pero después decidí dar un cambio y probar de procuradora». Porque, a todo esto, la carrera se la había sacado. «En enero me colegié y estoy trabajando como autónoma». Abogada, no. «Nunca he pensado que sea lo mío. Creo que soy "demasiado dulce".

Ser procuradora es sacrificado porque no tienes horarios, pero estoy en ello. Ha sido compaginable con el año de fallera mayor y, visto lo visto, lo sería también con estar en la corte».

Tuvo una infancia itinerante. «Viví cinco años en Las Palmas y nueve en Valladolid, pero siempre veníamos en fallas. Mi madre me enseñaba los álbumos de cuando era fallera de Doctor Sanchis Bergón y yo fui infantil de San Ignacio de Loyola. Mi regalo de Navidad antes de volver a vivir a Valencia fue mi primera tela de valenciana». Pero hace siete años ya aterrizó en Quart-Palomar «que además, es la falla de mi barrio. Vivo junto a las torres».

Ya fue fallera mayor en 2011 «y estuve en la preselección de Sandra Muñoz». Repitió cargo en 2016 «porque surgió la oportunidad. En principio no tenía esa intención, pero habían pasado cinco años, no había fallera mayor... y ha sido un reinado diferente, viviendo cosas buenas. No, no ha sido una copia. También soy una persona diferente, más madura, y lo he vivido de otra forma».