Fue como el milagro de los panes y los peces pero en versión fallera: la multiplicación de ninots tras una desgracia inesperada. La destrucción vandálica de la falla grande de la Plaça del Poble-Sant Roc de Carpesa, a la que prendieron fuego unos desconocidos en la madrugada de la víspera de Sant Josep, encontró ayer una respuesta de solidaridad desbordante. Más de quince comisiones falleras viajaron hasta Carpesa para que su única y humilde falla, que no llega ni a los sesenta miembros, pudiera tener un monumento para quemar en la noche crucial de las Fallas, la que deja atrás el invierno para dar la bienvenida ritual a la primavera.

Las lágrimas de rabia y dolor que el domingo de madrugada derramaban los más pequeños de la falla al ver cómo ardía antes de hora casi todo el cadafal, se convirtieron ayer en lágrimas de emoción y agradecimiento cuando llegaban los coches y hasta un camión con ninots de todas las 20 fallas de la Agrupación de Rascanya, de Campanar y hasta de la Pobla de Vallbona. «Nos habíamos quedado con una sensación de vacío muy grande. Te queman la falla y piensas: ¿Ahora, qué? Pero dentro de lo malo, esta respuesta de solidaridad por parte de las fallas nos ha dado una alegría muy grande. Vamos a quemar más falla de la que teníamos», contaba ayer la presidenta de la comisión, Consuelo Oliver.

Al final, la falla de Carpesa consiguió más del doble de ninots que tenía antes del ataque. Sucedió entre las tres y media y las cuatro de la madrugada, cuando una vecina entró corriendo al casal diciendo que la falla estaba ardiendo. Acudieron y había fuego en tres sitios diferentes. Un hombre con manguera y falleros con cubos de agua trataron de minimizar el destrozo. Pero fue casi en balde. Hasta un fallero se llevó una quemadura. La base de paja que tenía el monumento avivó las llamas. Casi no quedó nada en pie de la falla realizada por José Manuel Felip, que había obtenido el el quinto premio en la sección Séptima A.

Pero desde las cinco de la tarde empezaron a recibir los primeros ninots. «Se nos saltaron las lágrimas a mayores y pequeños. Los recibimos con aplausos y fue muy emotivo», relata Consuelo.

Como detalle de agradecimiento, a cada uno de los ninots heredados les colgaron un cartel con el nombre de la comisión que había realizado la donación, acompañado de un letrero con la palabra «gràcies». Fue tan cálida la respuesta obtenida que, mediada la tarde, se vieron obligados a comunicar por las redes sociales que no les hacían falta más ninots. El lema original de la falla era: «Amb un parell... En esta crisi, qui té ous?». Tras el ataque y la ola de solidaridad, le cambiaron el lema: «Amb un parell... La solidaritat guanya al vandalisme!».

La comisión denunció los hechos, pero ayer todavía no sabían nada sobre la posible autoría del ataque vandálico. Ya era lo de menos. Por la noche, las llamas pudieron arder a su debido tiempo. Como un Ave Fénix renacido para su fin: arder en la nit de Sant Josep.