Cuando a Salvador Dalí le propusieron bocetar la falla de la entonces plaza del Caudillo, el escultor Octavio Vicent pasó no pocos apuros para poder realizar a satisfacción un diseño que, Dalí puro, presentaba bastantes complicaciones para convertirlo en figura tridimensional y darle una cierta coherencia. Ahora, sesenta y cuatro años después, pero en este caso por iniciativa propia, un artista fallero se atreve con otro genio de la pintura surrealista. Con no pocas particularidades: es un artista de 60 años y lo hace para una comisión modesta. Todo un reto que el protagonista, José Sales, afronta como un ejercicio de autoafirmación. «Diría que es algo que sale porque te vas liando a la hora de concebir la falla que vas a plantar. Pero al final ha sido una forma también de demostrarme que sigo en forma».

La obra en cuestión es «El Gallo», «Le Coq», pintado en el año 1940 y que, en una subasta en 2007 marcó el récord histórico por una obra del catalán universal: 9,7 millones de euros. Con ese dinero se podría plantar no la escultura fallera, sino el proyecto completo de Sales para Camino de Moncada-Pintor Jacomart los durante 1.300 años. Una comisión que en la que Sales es fallero, razón por la cual «siempre vas a hacer mucho más de lo que toca por presupuesto».

Pasar una obra de dos a tres dimensiones es difícil. Y si es una obra nada realista, la complicaciones aumenta. Pero José Sales dice haberlo visto claro. «No ha sido difícil. De verdad. Ha sido un trabajo agradable. Puedo decir que he disfrutado». Había que reproducir los tonos de pintura lo más fielmente y, sobre todo, «inventar» el reverso, que, lógicamente, en el cuadro no existe. «No podía hacer una obra simétrica, porque eso no habría sido imaginable en Miró. Hemos procurado adaptarlo a una secuencia de colores que habría sido lógica». No es una pieza escogida por una especial idolatría a Miró. «Tengo más querencia, por ejemplo, por Dalí».

Momento creativo y de ingenio a los 60 años

«Le Coq» forma parte del proyecto «MetArte», en la que compartirá espacio con otras reproducciones, fundamentalmente de arte moderno. Será la parte más alta del mismo, que no la más grande a pesar de sus más de tres metros de altura. Compartirá alturas con otra reproducción emblemática, la escultura «David» de Pablo Gargallo. «Hay muchos artistas jóvenes que vienen apretando. Yo tengo 60 años y si quiero seguir trabajando, tengo que hacer cosas interesantes». De hecho, en los últimos años es cuando está logrando sus mejores resultados a nivel de premios y dejando pruebas de una notable imaginación, aunque en la edición de 2018 sólo tiene firmadas en València a su nombre dos fallas: ésta y Cuenca Tramoyeres. Forma parte de una saga de artistas en la que también colabora ocasionalmente su hijo Pepe.