«Había que hacerlo porque quien lo dijo es quien tenía que decirlo. Hemos seguido escrupulosamente las órdenes de la Policía Nacional, quiero agradecer su trabajo porque han hecho el mejor trabajo posible con los efectivos disponibles. La mejor noticia es que no hay noticia».

Así entendía el concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, la necesidad de extremar la seguridad en las Fallas de 2018, uno de los elementos clave de la organización de los festejos y de los que más se han notado. Es uno de los apuntes a su particular balance, en el que destacaba «el gran nivel pirotécnico en lo bueno y la falta de civismo en algunos en lo malo».

También han sido unas fiestas en las que, si no ha repuntado, segundo que no ha bajado el botellón. «No creo que sea nada nuevo, pero el problema es que la experiencia de las fallas en varios fines de semana nos tiene que dejar pensar y hacer un balance de las cosas, de lo bueno y de lo malo. A más gente hay mucho más reporte económico para la ciudad, y las cifras van a ser espectaculares porque batimos el récord que ya batimos el año pasado. La propia exposición del ninot ha tenido 10.000 visitas más que el año pasado. Bien. Pero es obvio también que a más gente, más problemas. Pero dentro de ese caos tan bien organizado que son las fallas, todo ha salido razonablemente bien».

De esas concentraciones alcohólicas recordó que «no está en las manos de la la Junta Central Fallera. Ni siquiera del Ayuntamiento. Es un problema social y hay que atajarlo desde el civismo. Pero tampoco quiero que pongamos el grito en el cielo. No es peor que en cualquier otras fiestas y doy fe de que en València pasa mucho menos. Y está claro que el epicentro de la fiesta no es ese. Aunque eso no quita que tengamos que ser valientes y que cojamos el toro por los cuernos. He hablado con algunos dirigentes de la fiesta y coinciden en que algo hay que pensar qué hacer, aunque la solución fácil no es ni está en manos de los falleros».

Ha sido un año con quejas entre las comisiones por las indicaciones con las carpas y los monumentos. «El trabajo que han hecho Policía y Bomberos no se hace por vicio, sino por necesidad. Este año se ha hecho lo que se debería haber hecho mucho antes: pedir planos reales a escala. Eso ha permitido detectar muchas cosas que no estaban bien. A partir de ahora va a ser mucho más fácil hacer la declaración responsable. Quiero romper una lanza por la Policía y los Bomberos, lo que hacen es por bien, comenzando para los falleros que están en sus demarcaciones, y por toda la ciudad. Simpático no es, pero sí es imprescindible».

Empieza el último año de legislatura. ¿Cómo se presenta? «Después de mi ausencia de dos asambleas de debate, todos aprendimos una cierta lección colectiva. Creo que el tono ha cambiado y aquellos que se han dedicado a agitar estos tres años continuamente el árbol, han visto que el árbol no es otro que el de las fallas y que a quien pueden dañar es a la fiesta. Yo creo que volví con la actitud de hablar de fallas y no voy a permitir que se hable de otra cosa.

Fallas municipales «positivas»

De las fallas municipales dijo: «Creo que el resultado ha sido positivo, las fallas han sido icónicas y han dado la vuelta al mundo, especialmente en redes sociales y prensa, particularmente la falla de Okuda. Y la mayoría de los falleros con los que me he encontrado estaban muy conformes en hacer ver su versatilidad, planteando este tipo de fallas que por otra parte no era tan inusual en los años 80. Y quiero destacar en ello también la capacidad de Latorre y Sanz».

De los ataques homófobos a ninots comentó que «eso quiere decir que las fallas están comprometidas contra la homofobia. Creo que las fallas son herramienta brutal para denunciar estas cosas, y eso parece que molesta a cierta gente».