Mi hermano tiene Síndrome de Down y mi padre es ciego. Conozco ese mundo y mi sueño es colaborar y luchar por su igualdad y su inclusión». No recurran al tópico fácil de que Laura Carballeda es hija de quien es. Que también. Detrás de esa púrpura hay mucho más. «Durante el año voy todas las semanas al colegio de mi hermano, en la sección de educación especial de las Escuelas de San José, ayudando en grupos interactivos. Hacemos talleres pre-ocupacionales. Porque si, más adelante entran en el mercado laboral deben estar preparados. Por eso les hacemos talleres. También he sido, estacionalmente, monitora de campamentos con personas ciegas y otras discapacidades. Cuando los estudios aún me lo permitían también daba clases de repaso en una asociación de niños con riesgo de exclusión». Lo cuenta con la naturalidad que da el convivir con ello todos los días. «Siempre digo que el mejor regalo que me han hecho mis padres es mi hermano. Uno de los mejores recuerdos de mi vida fue participar en una carrera, juntos, en las fiestas deportivas del colegio. Yo tenía diez años y la verdad es que lo del deporte nunca me había gustado. Le hacía tanta ilusión participar que la corrimos juntos. Terminamos últimos y muertos, pero con una satisfacción tan grande, que todavía lo recuerdo como uno de los mejores momentos de mi niñez».

Y si: es hija de fallera mayor de València. De Mari Carmen Mollá, quien protagonizó uno de los reinados más carismáticos de aquel tiempo en el que el nombramiento democrático estaba dando sus primeros pasos. En 1987. Quedan vestigios en casa. «Yo nací en València, pero he vivido en Madrid y en Barcelona. Pero allá donde hemos estado, mi madre tenía el "rincón valenciano". Yo digo que la mía es una casa-museo: el cuadro del nombramiento, el retrato que ahora se lleva al museo fallero, las llaves de la ciudad, la senyera, unas muñecas.. entras y respirabas aire valenciano allá donde estuviéramos. Y lo he notado mucho este año: íbamos, por ejemplo, a una tienda a comprar un elemento de indumentaria y le decían a mi madre: "yo sé quien eres. Tu fuiste fallera mayor de València"». Imposible no acordarse de sus inolvidables ojos. «Ella ha tenido la suerte, trabajando en la ONCE, de ser los ojos de mucha gente, y yo ahora soy los ojos de mi padre». Los de Laura también son un verdadero faro, pero no son azules como los de su madre. «No: son de mi padre. Dicen que las chicas salimos a los padres, ¿no?».

Esa trasiego de ciudades le impidió ser fallera mayor infantil "pero lo luché. Si el AVE ha hubiese estado en marcha, posiblemente sí que habría sido. Pero era imposible". Y ahora ha reinado en su Albacete-Marvá de toda la vida para acabar la secuencia familiar: «antes que yo han sido, sucesivamente, mis tres primas: Ana Mollá, María Mollá y Mara Aguilella. Aún no estaba en el mercado laboral, mi familia me apoyaba... se han dado todas las circunstancias».

Se ha graduado en marketing y publicidad "y voy a empezar el master en diseño gráfico web. Todo lo que tenga que ver con plataformas digitales tiene mucha salida". Pero siempre mira de reojo. "Me gustaría poder volcar mi trabajo a webs de, por ejemplo, ONGs, entidades, fundaciones... y contribuir con lo que me gusta».