La Batalla de Flores ya está preparada para que hoy, desde las ocho de la tarde, proporcione una hora de excitante intercambio de golpes de flor entre público y participantes. Un espectáculo con su punto infantil si se quiere, pero en el que la gente que asiste se divierte previo pago. Visual, pinturero y sorprendente para extraños. Pero también es un acto muy caro. Prácticamente en tan corto espacio de tiempo se consume el mismo dinero que cuesta la falla municipal, la que está varios días en la calle y que ven muchos miles de personas más. Aquí, el recinto es lo limitado que son los palcos y la propia liturgia del desfile. Si a esto se añade que los artistas consideran que generan poco beneficio empresarial, se antoja que, aún con las mejoras de los últimos años, es materia de estudio y revisión.

«A las carrozas se le saca muy poco dinero» aseguraba el maestro mayor del Gremio de Artistas. «Y prueba de ello es que se les da a todos los que presentan». Dicho de otra forma, no hay bofetadas por hacerlas. «Al final, prácticamente cambias dinero. Se queda corto. Ves carrozas por ahí, en Europa, que esto, comparado, es ridículo por la dotación que se le da. Hay que apostar más». Hay otra parte del relato, que dice que que la Batalla de Flores no es ni la primera, ni la segunda ni la tercera fiesta grande de la ciudad. «Pero tiene recorrido». El edil de Cultura Festiva, Pere Fuset, no renuncia a «darle una vuelta». «Es interesante comprobar que 48 países se han conectado para pedir palcos. Quiere decir que hay "loquitos" en muchas partes del mundo que ya saben de qué va esto. El problema es cómo hacerla más participativa». De momento recomienda no perderse «la post-batalla, la que se hace al acabar, donde el público aún puede pasarlo bien». Pero no descarta «hacer una grada de tres filas para que lo ve más gente, pero sin dejar de dejar ver a quienes lo ven de pie...». También reflexionaba que «el dinero que se destina, si lo convirtiéramos, por ejemplo, en un piromusical, ¿cómo sería y cuanta gente iría a verlo?». Todo es debate. Ayer, por cierto, la venta de palcos finalizó sin problemas. La cola de tres días era innecesaria. Los últimos adquirieron sin necesidad de tanto calentón.