Pasan los años, el debate se enquista, los talleres cierran y la solución no aparece. Ayer era el día esperado en la «Festa per a Tots» para que los artistas, en su tertulia anual, retomaran sus problemas profesionales. Curiosamente, ninguna referencia se hizo a la limitación a 14 metros de altura, el antibiótico que se autoimpuesto para tratar de atemperar el gasto excesivo en el taller. Los lamentos se reiteraron, pero tampoco se profundizó en lo que es el plan de negocio. Dicho de otra forma, qué soluciones aplicar para que, de cada mil euros que entran en un taller, un diez, veinte o treinta por ciento vayan, como la lógica de mercado diría, a la cartilla de ahorro.

El caso es que los profesionales se hicieron escuchar. Por ejemplo, las sensaciones. Vicente Martínez Aparici, aseguró no ya que «la profesión está en peligro de extinción», que también, sino que «se hará algo cuando no haya arreglo. Hay momentos que pensamos que estar parado es mejor. Antes había otra alegría» y la solución parece clara, sobre todo cuando otros ya lo han hecho: «aprovechar nuestros conocimientos técnicos e ir a otros mercados».

«Pero tenemos que ser autocríticos: la solución también está en nuestras manos, que es no poner más de lo que se debe poner» reflexionaba José Gallego. Lo mismo que Vicente Llácer: «no podemos poner más que lo que se gasta. Si no nos sentamos y nos arreglamos,se cerrarán más y más talleres». Al final, la causa del desastre la señaló Joan Blanch. «Es el ansia por ganar la que nos contamina todo». Y aunque él no pertenece al mundo de las fallas grandes, echó mano al dato implacable del pasado: «en los años setenta, en una nace de la Ciudad del Artista Fallero, se hacía una falla de Especial y se vivía. Ahora necesitas mas metros de nave y más trabajo».

Último día

La «Festa per a Tots» de este año permanecerá abierta hasta las ocho de la tarde para que el público eche un último vistazo a los proyectos o apuntes de las principales fallas de la ciudad.