Aunque hubo que entrar deprisa en el interior de la jaula en pleno infierno, y aunque a los que siguen en la zona reservada se les alejó del centro porque unos elementos estaban desviándose, a la «mascletà» de Reyes Martí no le faltó ninguno de los ingredientes para convertirse en un gran acontecimiento, que el público aplaudió a rabiar. Sobre todo, por su espectacular final. Con lo que la pirotécnica de Burriana, vestida de morado, que había trazado con silencios en el disparo una metáfora contra el maltrato, subió al balcón para recibir el aplaudo del público y para convertirse en una celebridad. Todos querían una foto o un autógrafo con ella. Reyes, por cierto, va a ser abuela dentro de unos meses. Doble celebración.

Un disparo que, esta vez sí, fue presenciado por mucha, mucha gente. Un buen llenazo en la plaza, que es lo menos que se le debe pedir a un domingo. Quiérase o no, la asistencia en el ciclo de disparos está siendo menor que en otras ocasiones. Hay un punto de miedo. Los días pasan y se procura no pensar en lo peor con la fiesta.

En el balcón, las falleras con lazo morado. Entre las autoridades, el ministro José Luis Ábalos como cabeza, seguido de los habituales del gobierno municipal y del autonómico, muchos de ellos con simbología femenina y feminista.