La destrucción de los trozos de falla que no han podido salvarse de la «desplantà» se iba a confirmar anoche con la «cremà» de las fallas de Na Jordana, Cuba-Literato Azorín y Ayuntamiento. Pero las Fallas de Julio tendrán un símbolo de primera magnitud, y seguramente de calado mundial, para representar el final de la pandemia: el momento en el que a la chica de la falla municipal se le retire la mascarilla que, actualmente, cubre su boca. Ayer, el concejal de Cultura Festiva Carlos Galiana y los artistas Manolo Martín y José Ramón Espuig pactaron la preservación del busto de «Açó també passarà», una figura que, meses atrás, cuando fue desvelada, no contó con la simpatía general. Pero que, seguramente con la perspectiva histórica, pasará a convertirse en una de las fallas que más se recuerden.

El resto del cuerpo estaba previsto que ardiera la pasada noche. Pero tiempo habrá para reconstruirlo. Aunque nadie duda que simplemente ese busto, más los «ninots», harán de la falla municipal un icono de la recuperación mundial.

Así lo reconocía ayer Carlos Galiana. «Se ha convertido en todo un símbolo y en julio desaparecerá entre las llamas como manda la tradición. Para simbolizar que desaparecen aquellas cosas que no nos gustan. Es la esencia de las Fallas, su idiosincrasia». Eran muchas las voces que pedían el indulto no ya para el busto, sino para toda la falla, pero también en ese caso se producía un agravio comparativo con las fallas de Especial que no han podido salvarse en su integridad. Así, «Açó també passarà» seguirá un destino parecido a Na Jordana, Cuba-Literato Azorín y Reino de València: salvar una parte de sus elementos y quemar los irrecuperables.

De esta manera, la figura también pasará los próximos cuatro meses encerrada a la espera de regresar en verano. Tal día como ayer, la figura tenía que estar siendo sometida ya al análisis general y debía haber empezado a moverse con el mecanismo que llevaba adosado.

Pero la «cremà» empezó a primeras horas de la mañana de ayer de una forma inesperada, vandálica y, sobre todo, terriblemente imprudente. Sobre las 5.50 horas de la mañana, manos anónimas prendían fuego al cuerpo central de la falla Reino de València-Duque de Calabria que, de esta forma, sin ningún tipo de control ni de protección, ardía en apenas unos minutos.

No era el final deseado para la falla de Sergio Musoles, aunque no iba a ser muy diferente del que le esperaba: ser quemada entrada la noche y sin público. Sin más testigo, en todo caso, que el presidente de la falla como fedatario. Inmediatamente se desarrolló una corriente de simpatía hacia la comisión por parte de comisiones y federaciones. La comisión calificaba el hecho como «una muestra de desprecio y vileza» pero, por encima de todo, «un acto de inconsciencia extrema». Porque el problema de verdad no lo era tanto la desaparición de la falla, que también, como la gravísima imprudencia que supone la generación de un incendio con los portales de las casas relativamente cerca. El fuego no dejó de ser violento, con pavesas repartiéndose por la plaza. Se está tratando de confirmar la autoría del atentado y las hipótesis apuntaba a un pirómano que opera en el barrio.