El concejal de Cultura Festiva Carlos Galiana ha publicado (y viralizado) en sus redes sociales unas reflexiones sobre la quema del cuerpo central de la falla municipal con el que, además, ha salido al paso de algunas de las críticas vertidas por la forma en que se prendió fuego a la parte central del monumento.

En la misma contesta directamente a algunas de las críticas, a la vez que justifica claramente algunas de las decisiones tomadas. Pero también lanza algunos mensajes subliminales en un particular "a quien corresonda", a la vez que emplaza a "quemar lo malo" en el mes de julio.

Este es el mensaje.

"El que me conoce sabe que no soy muy de callarme. Ni bajo el agua. Y que cuando hay que dar las gracias o pedir perdón, soy el primero en hacerlo. También en reírme de mí mismo antes que de nadie.

¿Por qué estaba ayer en la cremà? Porque era el responsable de la misma. Ni más ni menos. Era el que tenía que dar la orden.

Policía local, bomberos, residuos sólidos, parques y jardines, servicios centrales técnicos, relaciones con los medios, cultura festiva. Todos llevábamos días preparando el tema. Reuniones en mi despacho, con mi equipo. Todo hablado y más que hablado.

Pero alguien tiene que dar la señal, dar el visto bueno al dispositivo. Podía haber sido Aarón Cano, concejal de seguridad ciudadana, que creo que estos días, llamadme loco, debe ir de cráneo. O yo. No había más. Y fui yo. Me tocó.

Puede que penséis que tuve suerte. Que ojalá haber estado allí. Nada más lejos de la realidad. Ojalá NO haber estado allí. Ojalá nunca haber tenido que vivir estas fallas "históricas". Ojalá haber vivido unas fallas del montón. Ojalá no pasar por esto. Pero no. Nos ha tocado. A todos. A vosotros y a mi.

Y lo hice. Intentando la discreción. La que te permite una sociedad sitiada por las redes sociales. Algo imposible. Mal si haces, mal si no haces. Pero no me duele prenda dar explicaciones, para eso me pagan. Me duele cuando la humanidad desaparece, cuando aparecen los celos, las envidias, las miradas de traición.

Me duele. Máxime cuando ahí estaba Na Jordana, Cuba, Reino (quemada sin escrúpulos). ¿Petardos? ¿Tracas? ¿En serio? ¿En un funeral? No quiero asociar el olor a pólvora a este momento. No quiero que mi cerebro se impregne de luz y color en un momento tan duro.

Y al mismo tiempo, me da igual. Porque he hecho un paréntesis en mi vida y no voy a permitir que ningún virus me atraviese el alma, ni el corazón. Yo quemaré en julio. Lo malo. Y entonces dejaré que todas mis emociones afloren. Y podré cerrar este paréntesis que, como hoy me han dicho, dura 17 días, y parecen 500 noches".