No fue una fiesta global, pero sí que dejó las suficientes imágenes como para celebrarla. Agrupada bajo el nombre de «Festival dels Balcons», los músicos convirtieron el mediodía de ayer en un concierto al aire libre con pasodobles en recuerdo de ese otro gran concierto, el de las ciudades en fiesta, que ayer no pudo celebrarse. Fue uno de los últimos momentos en los que las Fallas reivindicaron su existencia, emplazándose para dentro de cuatro meses. Tanto es así, que hasta el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, los felicitó a través de las redes sociales. «Ha reunido lo mejor del pueblo valenciano: la alegría de la música y la responsabilidad de seguir en casa». La Federación de Sociedades Musicales se felicitó por el éxito de la iniciativa, que se saldó en muchos lugares con peticiones de bises.

El día de la última «mascletà» no faltaron los simulacros de disparo, principalmente con globos, pero también con pirotecnia de verdad lanzada a deslunados o calzadas vacías, e incluso algunas falleras se asomaron, vestidas como toca, banda incluida, a los balcones a las 14 horas para pronunciar la autorización ritual.

Algunos talleres, en periodo de recogida y limpieza, crearon su propia falla, como la de Vicente Espeleta. Pero fallas, muchas y sin usar, son las que visitó el alcalde Joan Ribó en Feria València con el concejal Carlos Galiana y el director de la misma, Enrique Soto. Apeló al «ejemplar comportamiento de los falleros y a la especial nostalgia por el aplazamiento de las Fallas pero también con la esperanza de superar esta crisis.

En una Catedral vacía, el cardenal Cañizares cambió por lógica el discurso de la Misa a San José. No son tiempos de fiesta y apeló al Patriarca su protección «para los afectados de esta terrible pandemia, en especial los más vulnerables.

Por la tarde empezaron las labores de retirada de adornos luminosos.