Tal día como hoy, los barrios de València habrían despertado al sonido del «tró de bac». El empleado por cada vez más agrupaciones de fallas para, siete días después de la «macrodespertà» oficial, volver a sentir el olor de la pólvora y, de paso, dar la opción a más cantidad de falleros (el acto de la Junta Central Fallera tiene una cantidad limitada de puestos por comisión).

Con estos festejos se estaba poniendo aun más en valor el único petardo genuinamente fallero y se estaba salvando de la extinción. Sin embargo, llegó el parón. Se pudieron quemar esas cajas, pero no las de la última gran tanda: las que iban a disparar las comisiones, recuperando cada vez más la tradición.

«Están en la fábrica. Almacenadas. Esperando» reconoce la portavoz de la Pirotecnia Zarzoso, la única que, ahora mismo, fabrica el artificio. Un ejemplo más de la ruina pirotecnia. Almacenado como las tracas, carcasas y todo el material que continúa esperando un momento mejor. Sin embargo, la empresa de Altura se lamenta. Porque, por ejemplo, en la población granadina de Cúllar Vega también lo utilizan en la procesión del Niño Resucitado. «Y el cuatro de abril se van para allá mil cajas. No va a haber procesiones, pero sí que se va a dispara distribuyéndolas por el pueblo». No siempre ha ocurrido así. «Iba a entregarse cajas en Torrent. Nos lo pidió la junta local y después de haber hecho el papeleo y conseguir los permisos de Madrid, finalmente se echó atrás».

El «tró de bac», argumentos Unesco en la mano, debería tener garantizada su continuidad ya sólo por protección patrimonial. Ahora, como todo en el sector de la pirotecnia, está lastrado por la incertidumbre. «Aunque se pueda tirar en septiembre o en octubre, lo que nos queda es que la facturación es cero porque ya está hecho». La firma pidió meses atrás una ayuda a las comisiones para soportar los costes de almacenamiento. «Pedimos algo muy simbólico. La mayoría lo ha hecho. Al final siempre los hay que se desentienden y que no pagan ni el almacenaje ni la destrucción».

A todo esto, el material, aseguran, no tiene caducidad a corto plazo. «Se puede seguir disparando con todas las garantías de calidad y lo seguiremos controlando». A la espera de tiempos mejores.