«Las subvenciones dadas por el Ayuntamiento de Valencia a las comisiones de la ciudad podrían ser revisadas para comprobar si se ha cumplido el objeto de las mismas. Esto, después de iniciar el correspondiente expediente, podría suponer devolver la subvención del 62,5% otorgada en 2020». Más claro imposible: si no hay fallas en septiembre, se ciega la mina. Esta es una de las premisas que pesarán en el sentido del voto de la asamblea de presidentes que, esta noche, debe dar el visto bueno a la celebración retrasada de los festejos de 2021 a la ventana del 1 al 5 de septiembre.

Así se lo ha hecho saber la Junta Central Fallera a los presidentes en unas pautas informativas en las que se contemplan todos los supuestos. Porque si, una vez aprobadas las Fallas de Septiembre, una comisión no decide plantar, lo puede hacer. Siempre y cuando tenga en cuenta que también perdería las subvenciones. O las tendría que devolver, que para el caso es lo mismo.

Y no sólo dinero: en septiembre ya no pueden estar las fallas en Feria València. Por lo que, en caso de no haber fiestas, serán retiradas igualmente «y cada comisión se tendría que hacer cargo de las mismas». Tanto si se planta como si no se planta.

En materia económica queda el fleco del «podría», que es la revisión jurídica: la subvención es por hacer la falla o por plantarla. Es lo que debería solventarse llegado ese momento, pero la advertencia deja lugar a pocas dudas.

El escrito deja claras las consecuencias, casi catastróficas, que supone votar «no». Se augura una nueva bajada del censo de falleros, con el perjuicio económico que supone, así como la particular tragedia para los sectores económicos vinculados (pirotecnia, indumentaria, artistas...).

En principio, a pesar de lo inflamables que son las redes sociales para estos debates, la sensación general es que no habrá problema para aprobar la celebración. Incluso se pide que aquel que no quiera plantar, no deje de votar «sí» por solidaridad: para que el resto de comisiones, que sí que quieren, lo puedan disfrutar.

Hay un argumento que se esgrimirá ante los discursos «septiembre-escépticos»: no es nueva una celebración en esas fechas. Las comisiones aprovechan ese mes para cerrar calle y celebrar el «Mig Any». En esta ocasión lo sería pero en versión amplificada.

La asamblea es un plebiscito de fechas: no se concibe otra fecha. En caso contrario «la opción sería ir a marzo de 2022». Otros argumentos a favor de plantar cuando alborea el mes es que los niños aún no han empezado el colegio y que conforme pasan los días aumenta el riesgo de inestabilidad meteorológica. «Los falleros y las falleras tenemos que quemar para cerrar un ciclo y volver a empezar» concluye el mensaje.