Cada 5 de agosto, la pequeña Ani celebra su «no cumpleaños». Ese mismo día, hace siete años, su vida cambió completamente tras diagnosticarle un cáncer.

Monumento central de Ani junto a sus padres. | LEVANTE-EMV saray fajardo. valència

Los padres de Ani reconocen que fue una etapa muy dura, ya que «la veíamos con poca energía y muy débil». Todos los días, esta pequeña tenía que desplazarse desde Bellreguard a València para recibir el tratamiento. Sin embargo, su situación cambió cuando conocieron a los miembros de la Casa Ronald McDonald de València, quienes ayudan a familias co niños enfermos que deben desplazarse a más de 50 kilómetros para acudir al centro hospitalario. «Nos ayudaron muchísimo, nos quedamos allí a dormir varios meses y, además, entre las familias nos apoyábamos y los pequeños podían jugar», explican.

Siete años después, su vivencia quedará guardada en la historia de las Fallas gracias a la comisión Carrera Malilla-Isla Cabrera y su artista fallero, Raúl Martínez, del estudio Chuky.

«Dedicamos una parte de nuestras fallas a proyectos sociales y, cuando la comisión se puso en contacto con nosotros, decidimos plasmar el trabajo de esta fundación a través de la historia de una usuaria», explica el artista fallero. Para llevarlo a cabo, Martínez inició su propio «trabajo periodístico», a través del cual se puso en contacto con los miembros de la casa Ronald McDonald y los entrevistó, junto a la familia de Ani.

Tras varios encuentros, Martínez diseñó el boceto que daría vida a este monumento. «Intentamos que los «ninots» reflejen con el mayor realismo posible a esta familia y, por ello, utilizamos una técnica digital a través de la cual escaneamos a los distintos protagonistas», explica. El rostro de Ani formará la pieza central de la falla, pero también aparecerán sus padres, su hermana pequeña, m iembros de la fundación y profesionales del hospital. «La historia se centra en la enfermedad de la pequeña y cómo lo vive su entorno», explica la casa Ronald McDonald.

Esta fundación agradece la iniciativa, ya que «siempre hemos estado muy unidos al mundo fallero y creemos que compartimos muchos valores con ellos, ya que, a pesar de las circunstancias, intentamos que haya un ambiente festivo». «Cuando se lo comentamos a la niña, le encantó la idea y le hizo mucha ilusión», señalan y, además, destacan que «esta familia es un ejemplo de esperanza y optimismo frente a este tipo de enfermedades».

La historia de Ani, reflejada a través de esta falla, es la de muchos niños y niñas que deben enfrentarse a esta enfermedad. También es una historia de solidaridad, esperanza y optimismo. Una historia convertida en monumento, el cual será devorado por las llamas en un ejercicio fallero atípico con el objetivo de renacer de entre las cenizas, como lo hizo esta pequeña, quien, con tan solo 7 años, «maduró demasiado pronto» y ahora, con 14 años, « es una niña muy feliz y con muchas ganas de ayudar a los demás».