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El paro en l´Horta: aún muy lejos de los buenos tiempos

A finales de 2014 había inscritos en las oficinas de empleo 85.171 vecinos de la comarca, un 7 % menos que un año antes pero casi tres veces más que en diciembre de 2007 - Los expertos advierten de que las nuevas ayudas del Gobierno apenas llegarán al 10 % de los desempleados

El paro en l´Horta: aún muy lejos de los buenos tiempos

Es miércoles por la mañana y una treintena de personas ocupa la mitad de una de las salas del Centre Cultural Mirall Jove de Aldaia. Algunos de los asistentes lucen una camiseta roja con el emblema de la Plataforma en Defensa de les Persones Desocupades, entidad organizadora de la charla sobre las nuevas ayudas para parados que ha aprobado el Gobierno: el Programa para la Activación del Empleo o «Protocolo PAE».

Yolanda, madre de dos hijas de 10 y 6 años y sin trabajo desde que nació la pequeña, explica su situación al técnico del Servicio Público de Empleo Estatal (o SEPE) y éste le confirma que, pese a todos sus problemas, cargas e historial como parada de larga duración, difícilmente cobrará algún día los alrededor de 400 euros mensuales con los que el ejecutivo de Rajoy ha dotado su nuevo programa laboral. «Con los requisitos que han puesto es más fácil que vayan buscando casa por casa a los que se podrán beneficiar de él —explica con cara de circustancias el funcionario encargado de dar la charla—. Seguramente no le corresponda ni al 10 % de los que estáis en el paro». Yolanda y su amiga Paqui se levantan y se van. «¿Para qué vamos a seguir escuchando si no nos van a decir nada que no sepamos?», se preguntan.

El triple de parados en seis años

En diciembre de 2007, unos pocos meses antes de que Yolanda perdiese su empleo en una fábrica de la comarca (y que mantenía encadenando contratos parciales, «por eso sólo cobré cuatro meses de paro», explica) en las oficinas del Servicio Valenciano de Empleo y Formación (Servef) estaban registrados 32.230 desempleados provenientes de los 43 municipios de l’Horta. Aquel año fue, tal como reflejan los estudios y estadísticas, el mejor para el empleo en todo el país. Pero en diciembre de 2008 —cuando la crisis económica ya se había declarado «oficialmente»— el número de demandantes en la comarca de un puesto de trabajo ya era de 56.018; en diciembre de 2009 eran 75.271; 78.878 en 2010 y 86.245 en 2011. La cima la marcó el año 2012 cuando en diciembre había registrados en las oficinas del paro comarcales un total de 94.241 personas, casi el triple que seis años antes.

La coyuntura internacional y las nuevas medidas de fomento del empleo y la contratación comenzaron a dar sus frutos en 2013 aunque, tal como señalan los expertos y las estadísticas, a base de contratos temporales y de baja calidad. En diciembre de aquel año el número de residentes en l’Horta inscritos en el Servef era de 91.438 demandantes, y en diciembre de 2014 ha bajado hasta los 85.171 demandantes. Una caída, pues, de casi el 7 por ciento en los últimos doce meses.

Condiciones de contratación y hartazgo de hacer cola en las oficinas del SEPE a parte, si el descenso de un 7 % en el paro registrado en la comarca da cierta esperanza, sólo hace falta mirar los números de la época de bonanza para poner las cosas en su sitio y pensar que aún estamos muy lejos de estar bien. El número de desempleados inscritos en l’Horta en diciembre de 2014 ha sido un 164,3 % mayor que en el mismo mes de 2007. En municipios con zonas industriales y empresariales importantes con respecto al tamaño de sus términos, o donde el sector de la construcción y (en menor medida) el agrícola han tenido gran peso (Rafelbunyol, Alcàsser, Albal o Massanassa, por ejemplo) el crecimiento desde 2007 del número de desempleados inscritos sobrepasa el 200 %. Los municipios que presentan mejores números son los que tienen o bien un sector servicios potente gracias a una importante densidad de habitantes, o bien un mayor porcentaje de población con estudios superiores, como es el caso de Tavernes Blanques, Rocafort, Godella, Alboraia o Mislata. Pero incluso en estos casos el número de parados siempre es más del doble que en 2007.

«Nos están haciendo mendigar»

Como Yolanda, sus dos hijas pequeñas y su marido con un contrato temporal de un año, detrás de cada una de las más de 85.000 personas de la comarca (con una población total de casi 750.000 habitantes) apuntadas al paro —y a las que habría que sumar las que no están inscritas—, hay un nombre, una historia, un presente difícil y un futuro incierto.

Está, por ejemplo, José Manuel Andrés, casado, con dos hijas y vecino de Aldaia. «Yo trabajaba como ingeniero topográfico pero hace cinco años me quedé en el paro —explica—. Como tengo 43 años y estoy en una especie de zona de nadie, ni tengo las ayudas que hay para jóvenes ni las que hay para mayores de 50. Desde entonces las únicas ofertas de trabajo que he recibido han sido para trabajar en Argelia, Iraq o Nigeria. Cuando no haya más remedio me tendré que ir. Lo que más me jode es que para los políticos somos números, no personas. Sólo les servimos para decir que hay 500.000 parados más o menos, y lo único que hacen es poner parches para decir que nos están ayudando, cuando lo cierto es que cada vez nos aprietan más y nos lo ponen más difícil. Saben cuál es nuestra situación y aún nos hacen mendigar».

Junto a José Manuel está Domingo Aliaga, 36 años de edad y encofrador bien pagado hasta que en 2007 le operaron de los ligamentos. Entró al quirófano en pleno subidón urbanístico y acabó la rehabilitación cuando la burbuja inmobiliaria ya había estallado. «Desde entonces no he vuelto a trabajar, excepto hace dos años que estuve cinco meses currando cuando Alaquàs sacó una bolsa de trabajo. Últimamente vivo en casa de una tía mía, pero allí ya son ocho y no puedo aportar ningún dinero. En noviembre tuve una hija y pensaba que así me darían alguna ayuda, pero ni por esas. La asistente social me ha dicho que no me corresponden porque estoy separado de mi mujer y la niña vive con ella».

Eduardo Baamonde, de 44 años y vecino de Xirivella, le cuenta su caso al técnico de empleo con la esperanza de que, él sí, pueda acceder a las ayudas del gobierno. Las nuevas o las antiguas, las que sean. Pero no, él tampoco. Y eso que su mujer tampoco tiene trabajo, que tiene tres niños a su cargo y que actualmente sobrevive por las ayudas de Cáritas y la Cruz Roja. «Llevo en el paro desde febrero del año pasado y acabo de llegar de la oficina de Alaquàs y me han dicho que no me corresponde ninguna ayuda, porque ya he cobrado tres meses de paro por tres meses que estuve trabajando el año pasado en una fábrica. Me han dicho que si tuviera 45 años sí que me correspondería una ayuda, pero hasta el año que viene no los cumplo».

Lo cierto es que los dramas personales abundan en las oficinas del paro de la comarca. Teresa Cano, de 46 años y vecina de Alaquàs, era asistente social y se quedó sin trabajo en 2008. «Desde entonces lo único que gano es por ayudar a una señora mayor dos días a la semana, aunque, claro, sin contrato. No recibo ningún tipo de ayuda ni nunca la he recibido. Tengo dos hijas de 20 y 16 años y hasta el año pasado vivían conmigo, pero se han tenido que ir con su padre porque al menos él sí tiene trabajo, de mecánico. Ahora comparto piso con otra chica y vivo en una habitación. De vez en cuando mi madre me ayuda y un amigo me compra comida de vez en cuando».

En el caso de José López, también de Alaquàs y de 54 años, la «suerte» es que no tiene cargas y que, por edad, aún tiene la esperanza de solicitar la Renta Activa de Inserción (RAI). «Pero tengo una hija que no vive conmigo y me acaba de hacer abuelo. También está en el paro, así que supongo que me pedirá ayuda. Yo vivo en una habitación en un piso que comparto con una familia. Mi casa la alquilé y con lo que me pagan, cubro yo la hipoteca».

«Estas ayudas son un fraude»

El encargado de explicar a los miembros de la Plataforma de Desempleados los pormenores del PAE es un veterano funcionario que compagina en la charla el realismo más crudo con la amabilidad como única forma de que sus oyentes no pierdan la esperanza. «Esto está hecho adrede para que no podáis cobrar —le espeta a uno de los parados que le acaba de explicar su situación—. Pero de todas maneras pásate por la oficina y miramos tu caso con más detenimiento. No podemos hacer milagros, pero si hay alguna grieta dónde podamos meteros, os meteremos».

«Han recortado salarios, se han perdido derechos laborales y ahora sacan estas ayudas que son un fraude, porque crean expectativas que no se pueden cumplir —asegura el técnico días después en su oficina—. No te imaginas las caras de angustia con la que viene la gente aquí y lo único que puedes hacer es escucharles y, cuando acaban, decirles que no cumplen el perfil».

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