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Memoria

Envases que guardan la memoria

La Casa de la Cultura acoge una muestra con 200 latas y frascos que estimulan las reminiscencias del visitante

Asistentes a la muestra que alberga más de 200 envases de diferentes tipos. a. q.

Nacieron para albergar en su interior cientos de productos: bebidas, fármacos, alimentos, cosméticos, detergentes, tabaco... Hoy son contenedores de memoria. La Casa de Cultura de Quart de Poblet acoge estos días una exposición de más de 200 envases de todo tipo, fabricados mayoritariamente durante el siglo pasado, que forman parte del Fondo de Patrimonio Local y gestionada desde la Concejalía de Cultura, dirigida por Cristina Mora.

En la exposición, comisariada por Andrea Moreno, historiadora, antropóloga y doctora en Arqueología, podemos reencontrarnos con antiguas botellas de gaseosa , cerveza y refrescos, bolsas de pipas, un paquete de tabaco Lucky Strike con el primer diseño que esa marca utilizó en España, envases de aceites, de los primeros detergentes para lavadoras automáticas o vasos de yogurt que reflejan la transición del vidrio al plástico.

La muestra ha recibido una visita muy significativa: la de los usuarios y usuarias del Taller de Reminiscencias integrado en la Unidad de la Memoria dentro del programa municipal Aulas de Mayores. El objetivo de esta actividad es estimular la memoria afectiva en personas mayores, algunas con deterioro cognitivo moderado, apoyándose en fotografías, videos, canciones u objetos procedentes de distintas épocas.

Del Okal al Cola-Cao

Durante la estancia se iluminó la mirada de muchos de los integrantes del grupo al regresar al recuerdo momentos de su infancia, su adolescencia o su juventud. Algunas recordaban canciones de anuncios históricos: «La tableta OKAL es hoy el remedio más sencillo, yo a ninguna parte voy sin llevarla en el bolsillo?» y, por supuesto, la eterna canción del Cola-Cao. Otros, como Carlos, rememoraban episodios de la historia de Quart ligados a la fábrica de hielos y al almacén de la gaseosa La Revoltosa, en los que trabajó y que eran del mismo propietario. Barras de hielo y botellas que se transportaban inicialmente en un vehículo tirado por un caballo, cuando no las repartía Alfredo, «el polero», con su triciclo.

Maruja, peluquera desde los 16 años e hija de peluquera, recordaba cómo su madre hervía unas semillas de zaragatona y el caldo espeso hacía las veces de la gomina. Impregnaban el cabello en el líquido, lo enredaban en el palo metálico de las perchas de madera y, así, formaban los tirabuzones. El objetivo del Taller de Reminiscencias estaba cumplido: provocar una lluvia de recuerdos desembocando emociones intensas y positivas.

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