El Ayuntamiento de Paterna, atendiendo las recomendaciones del jefe de la Policía Local, paralizó ayer los trabajos de poda en un eucalipto centenario del barrio de la Canyada, ante la protesta de un grupo de vecinos que llegaron a rodear el ejemplar. Para evitar incidentes, los operarios municipales se retiraron y se cerró la calle para garantizar la seguridad.

Todo arrancó el pasado viernes cuando técnicos municipales se personaron en el barrio para inspeccionar un eucalipto centenario, de unos 25 metros de altura y un tronco de 120 centímetros de diámetro. Un vecino estaba reparando su muro exterior- dañado por las raíces del árbol-y durante los trabajos se había seccionado alrededor del 30% de las raíces. Los funcionarios determinaron que el riesgo de desplome había aumentado considerablemente y decidieron podar la copa para eliminar el peso, reducir el peligro de caída por viento y prevenir daños.

El sábado por la mañana un equipo de operarios municipales, por encargo del área de Infraestructuras de Núria Campos, comenzó los trabajos a las ocho de la mañana. El sonido de las motosierras alertó a los vecinos, que salieron a la calle para protestar. Tras talar varias ramas altas, los empleados se marcharon. Pero volvieron ayer.

Los residentes ya habían acordado previamente presentarse ante el ejemplar y evitar la actuación. Sostienen que una tala «masiva de su copa es el principio de su muerte, ya que el árbol empieza empeorar y eso lo aprovechan muchos ayuntamientos para talarlo de forma completa», denunciaron ayer. De hecho, la movilización vecinal generó un amplio dispositivo policial, que llegó a concentrar a una quincena de agentes locales y nacionales.

Al mismo tiempo, se presentaron en la Canyada dos técnicos de la conselleria de Medio Ambiente para evaluar la situación. Tras una exploración revelaron que el eucalipto no figura en el catálogo de ejemplares protegidos de la C. Valenciana, aunque matizaron que por sus dimensiones sí gozaría de protección. Fue en ese instante cuando técnicos autonómicos, trabajadores locales y encargados iniciaron un debate sobre qué hacer.

Desde el bando municipal advertían del riesgo de desplome del árbol y del peligro para la población, e insistían en que no se iba a talar el árbol sino a aligerar su copa. Los enviados de la Generalitat admitían que el ejemplar necesitaba una poda, pero de pequeñas dimensiones. Además, abogaron por encargar un test de resistencia para determinar de que el peligro de desplome del eucalipto es tan elevado como advierte el ayuntamiento. Además, afearon al consistorio que para acometer una actuación de esas características en un árbol centenario deberían haberlo comunicarlo a la conselleria y solicitar el preceptivo informe.

Mientras se producía el intercambio de pareceres, los vecinos trataban de introducirse en la conversación, criticando la actuación municipal. «No nos fiamos. Dicen que es una poda y al final acaban con una tala. Nos metéis miedo con lo que pueda pasar», denunciaban.

Cuando todos los técnicos llegaron al consenso de hacer una poda controlada, los vecinos rodearon el árbol y amenazaron con no moverse de ahí. El jefe de Policía Local, que llevaba ya varios minutos a pie de campo, atendió varias llamadas telefónicas -entre ellas la del presidente de Gespa, Juanma Ramón, y la del presidente de la Junta de Barrio, José Carot- y decidió, ante el cariz que estaba tomando la situación y el riesgo serio de un incidente de orden público, que se retirara el dispositivo policial y que los operarios municipales abandonaran el lugar, paralizando la actuación, hasta que se acuerde una solución de consenso para todas las partes. La Policía Local cerró la calle al paso para garantizar la seguridad.

Los vecinos han iniciado una recogida de firmas para evitar que desaparezca «un símbolo de la Canyada y «perderlo es perder parte de nuestra historia». Los residentes consideran que no se puede «permitir que de forma alegre y sin que se pongan todos los medios posible habidos y por haber que se tale este árbol».