Se desconoce si se trata de una incontinencia infantil o de una gamberrada juvenil, pero lo cierto es que la presencia de defecaciones en el agua ha obligado al Ayuntamiento de Massanassa a cerrar la piscina municipal como medida de seguridad por prevención.

El alcalde Paco Comes ha mostrado su sorpresa por la reincidencia de los incidentes y ha instado al personal de socorrismo y al resto de empleados del recinto a extremar la vigilancia sobre los bañistas.

Los episodios de ver heces de humanos flotando sobre las aguas de la piscina de Massanassa se han producido durante esta semana cuatro días consecutivos. Los usuarios se han encontrado con la desagradable presencia, alterando la jornada de diversión en el complejo acuático.

El alcalde explica que ha preguntado a los técnicos si era un caso puntual de Massanassa o suele ocurrir en otros municipios, ya que es la primera vez que sucede algo así en la piscina de la localidad. «Me aseguran que en alguna otra también ha pasado», afirma Comes.

El dirigente del Partido Popular relata que el primer día que se detectaron heces en la piscina se decidió cerrar la instalación y enviar los usuarios a sus casas. «Se activó la alarma en torno a las 5 de la tarde y solo quedaba una hora de apertura, por lo que se decidió cerrar definitivamente la piscina», dice.

En los episodios de esta semana, se ha evitado la clausura total. «Cuando se ha detectado la defecación, se ha activado el protocolo de seguridad, que obliga a sacar a la gente del agua y verter un líquido en el agua para desinfectarla de las posibles bacterias. Ese proceso durante aproximadamente una hora. Por ello, el personal de la piscina aconseja a los usuarios que estén allí, que se queden en las zonas de ocio habilitadas y esperen el tiempo que dura la desinfección», detalla el alcalde.

Un aforo para 400 personas en la piscina municipal de Massanassa

Por el momento, el alcalde reconoce que no han podido identificar si las defecaciones proceden de niños de corta edad o si se trata de una gamberrada. «Estamos hablando de un recinto para 400 personas y es difícil de controlar. Pese a todo he indicado al personal que se extreme la vigilancia para evitar que vuelva a repetirse algo tan desagradable que no puede ser», sostiene. De todas formas, Paco Comes resta importancia a lo sucedido asegurando que «no hay peligro y todo está controlado».