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Baronía de Beniparrell

Un pasado real en el olvido

Beniparrell tiene un panteón con los restos de la hermana de la reina Fabiola que nadie visita desde 1985

Un pasado real en el olvido

Con apenas 2.000 habitantes, Beniparrell guarda escondido en su iglesia de Santa Bárbara un tesoro de gran valor histórico. A la derecha del altar, custodiado por una puerta de madera, se encuentra un panteón con los restos de los últimos Barones de Beniparrell y sus descendientes de los dos últimos siglos. Precisamente, la última que fue enterrada allí fue María de las Nieves Mora de Aragón, condesa de Sastago, Marquesa de Monistrol de Noya y baronesa de Beniparrell al casarse con Alfonso Escrivá de Romaní y Patiño, barón de Beniparrell desde1978 hasta 1981, cuando falleció. Sin embargo la localidad no recuerda a esta mujer por esos largos títulos sino porque era la hermana de la reina Fabiola de Bélgica, que murió hace seis años. Bastantes más hace que desapareció su hermana María de las Nieves, en diciembre de 1985. La última de la estirpe de la baronía que fue allí enterrada.

Aunque murió en Madrid un10 de diciembre de 1985, sus restos fueron trasladados al panteón familiar de los Escrivá de Romaní. Esto hizo que el 12 de diciembre de 1985 el pueblo se revolucionara con la presencia de la reina Fabiola, acompañada de su marido Balduino, rey de Bélgica, y todo su séquito, para celebrar una misa y enterrar a la que fuera baronesa de Beniparrell.

Fueron recibidos por el presidente de la Generalitat, Joan Lerma, y el conseller Eugeni Burriel, y por los numerosos vecinos y vecinas de Beniparrell que aclamaban a la reina y buscaban su saludo. «Menudo revuelo causó en el pueblo. Vino una gran caravana de coches y todos llenamos la plaza», recuerda el alcalde de Beniparrell, Voro Masaroca, también testigo de esa visita real.

Las revistas nacionales de sociedad también recogían en sus páginas el momento. «Los reyes de Bélgica vienen a España para asistir al entierro de una hermana de la reina Fabiola tres días antes de sus bodas de plata», titulaba un semanario, que añadía que los reyes llegaron a Madrid de incógnito y acompañaron los restos de la hermana de la reina hasta la localidad valenciana, donde recibieron sepultura. Fueron tan de incógnito que el propio cura no sabía ni que la misa que iba a oficiar era dirigida a unos reyes. «Se quedó en blanco, cuando los vio, no le salían las palabras», señalaba otra testigo de la visita.

Esa fue prácticamente la última vez que se abrió el panteón familiar de los Escrivá de Romaní, «aunque unos años después del entierro volvió a venir la reina Fabiola de incógnito a visitar a su hermana, así sin avisar. Todo el mundo, cuando veía la larga fila de coches que siempre acompañaba a la reina, sabíamos que era ella e íbamos todos a la iglesia», explica Gloria Abella, responsable de la parroquia de Santa Bárbara y encargada del toque de campanas. Precisamente Gloria, al saber que Levante-EMV iba a hacer un reportaje sobre el panteón, madrugó para poder limpiarlo. «Llevo aquí desde las seis de la mañana. Esto está abandonado, no viene nadie prácticamente desde que enterraron a la hermana de la reina Fabiola», señala.

La baronía de Beniparrell aún mantiene un titular, Alfonso Escrivá de Romaní y Mora, XVIII Barón de Beniparrell, pero Abella asegura que ni él ni nadie de su familia se hacen cargo desde hace tiempo del panteón.

Nichos de principios de 1800

Auspiciada por la virgen del Carmen descalza, en dicho panteón se encuentran una docena de tumbas. La más antigua es del duodécimo barón de Beniparrell, Luis María de Romaní Escrivá y Comprodon, fallecido el 25 de marzo de 1818. Comparte nicho con su esposa Josefa Taberner González de la Cámara (1842) y su hija Vicenta Escrivá Taberner (1876).

«Aunque aquí nunca ha habido estación de tren, los barones tenían una especie de garita en las vías y hasta allí llegaban los restos. Y cuando nos enterábamos, todos los niños íbamos corriendo esperando a que vinieran los nobles», recuerda Gloria. Un pasado real y noble que ya solo queda en la memoria de los últimos testigos de la visita de Fabiola y detrás de la puerta del panteón.

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