La delegación de la organización no gubernamental para el desarrollo Manos Unidas de Burjassot, después de dos años de pandemia de coronavirus, volvió a tomar la calle para dar a conocer a los vecinos de manera presencial las actividades que la oenegé lleva a cabo y “lo que vale una simple miga de pan”. Para la ocasión montaron una parada en el Mercado Medieval celebrado este pasado fin de semana en la plaza del Ayuntamiento.

Con las consignas “Caminemos en esperanza” y “Nuestra indiferencia los condena al olvido”, las voluntarias de Manos Unidas con su delegada al frente, María José Conejero, pusieron a la venta una variada gama de artículos “procedentes de donaciones de la ciudadanía” para la causa. Entre el género expuesto, no pasaron desapercibidos unos pañuelos y abanicos que el conocido modista madrileño Lorenzo Caprile diseñó hace un tiempo en exclusiva para las campañas de Manos Unidas. También resplandecieron con luz propia bolsos elaborados con retales de traje de valenciana. Su creadora es Amparo Sanchis, vecina jubilada de Burjassot y socia de la oenegé. “Los confecciono para mantenerme activa”, explicó a Levante-EMV.

Manos Unidas ya tiene la mirada puesta en la celebración de una próxima cena del hambre –pan, aceite y una naranja–, encuentro en el que la oenegé recoge donativos para financiar proyectos, y anima a la ciudadanía a participar.