Tres plantas de reciclaje tratarán los residuos orgánicos de 300.000 personas
El consorcio de la Canal, la Vall, la Costera, la Safor y el Valle de Ayora quiere poder asumir, al menos, el 40 % de los biorresiduos que generan y no tener que desplazarlos a otras plantas
La instalación de Ayora está prácticamente lista mientras que la de la Canal de Navarrés se espera para 2026
El CVI recibirá en este ejercicio la mitad de residuos previstos en el convenio del COR
El Consorcio de Residuos COR V5 prevé poder poner en marcha durante este mandato tres plantas de tratamiento de biorresiduos. Es la «voluntad» y objetivo hacia donde se dirige el esfuerzo de la dirección de este organismo que preside la alcaldesa de Bellús, Susana Navarro, y del que dependen 300.000 personas de cinco comarcas. Con la puesta en marcha de esas tres instalaciones, se pretende enviar fuera de las cinco comarcas que abarca el consorcio todos los residuos para que sean valorizados como se hace ahora y que le cuesta a la entidad tres millones de euros además del impacto ambiental que supone el traslado de la basura.
Así, tal como explicó ayer a este diario la presidenta Susana Navarro, la principal urgencia es abordar el tratamiento de los biorresiduos, la fracción orgánica que habitualmente se deposita en el contenedor marrón. Se busca que sea el consorcio en sus plantas -cuatro es el objetivo, y tres lo que seguro podrán acometer- quien sea capaz de valorizar el 40 % de sus residuos, que corresponde a la facción orgánica.
Así, la que estará preparada pronto será la del Valle de Ayora-Cofrentes, que se prevé que esté lista entre finales de 2024 y principios de 2025 gracias a la rapidez en la cesión del terreno por parte del ayuntamiento de Ayora y la tramitación ágil que se ha realizado para poder disponer de ella. La siguiente planta de tratamiento que se inaugurará será la de la comarca de la Canal. A través del acuerdo entre el COR y la Mancomunidad comarcal, se contempla un pequeño también se ha consensuado -tanto en el COR como en la mancomunidad de esta comarca- y contempla un pequeño complejo de tratamiento en el término municipal de Bolbaite.
La tercera dará servicio a la Vall d’Albaida y la Canal de Navarrés, pero todavía no se han fijado los suelos donde se instalará la planta. «Si encointramos terrenos de suelo industrial pronto, se espera que pueda estar terminada o cerca de estar acabada al final de este mandato», asegura Navarro.
La cuarta planta es la más complicada de ejecutar. La presidenta explica que es la que da servicio a la Safor -excepto la zona de Valldigna, que funciona con su propio consorcio- y que debe valorizar en torno a 20.000 toneladas de biorresiduos. «Es muy dificil encontrar suelo suficiente que abarque esa cantidad de biorresiduos, y debe estar calificado como industrial porque si es rústico, el proceso de cambio en el uso alargaría mucho más la construcción de la planta», señaló Navarro a este diario.
El COR está a la espera de que se apruebe el Plan Integral de Residuos de la Comunitat Valenciana para abordar el que será el siguiente reto: el diseño y ejecución de un vertedero propio que evite trasladar también el resto de residuos que no pueden revalorizarse.
Un vertedero en el futuro
Tras el carpetazo definitivo planta de tratamiento y al vertedero proyectados en Llanera de Ranes (la Costera) para procesar y enterrar la basura de 300.000 habitantes, decidir el emplazamiento del futuro vertedero no se antoja fácil. «La lógica dice que debería estar en el centro de gravedad de las comarcas a las que dar servicio, y que se pueda reducir así la huella de carbono y el impacto ambiental de trasladar residuos», señala Navarro.
El CVI recibirá la mitad de residuos previstos en el convenio del COR
Tras la renovación de los convenios para el tratamiento de residuos del COR V5 en otros tres consorcios de la provincia de València, en el Consorcio Valencia Interior, su gerente, Ángel Rodríguez, explica que aunque se prevé que el COR V5 pueda derivar hasta 40.000 toneladas al año, no llegará a la mitad, tal como se ha producido desde 2017. Llegan en torno a 18.000 toneladas siempre siguiendo un calendario de disponibilidad del CVI, ya que en verano, cuando las comarcas en las que trabaja crecen en población por las vacaciones, «no se permite la entrada de tantas cantidades», dice Rodríguez.
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