GABRIEL SAMPOL

Presidente de Sampol

ANA SAMBOAL

Hace un siglo reparaban aparatos de radio y hoy Sampol es un grupo que desarrolla trabajos en Europa y el Caribe. De la mano de los hoteleros mallorquines, saltaron el Atlántico, entraron de lleno en el sector y ahora implementan proyectos integrales de gestión de datos, electricidad y energía para grandes cadenas turísticas internacionales, grupos industriales o, incluso, cuerpos de policía. Si de algo presume Gabriel Sampol es de desarrollar una ingeniería aplicada de altísima calidad. El software de comunicación y la gestión energética medioambientalmente sostenible son sus más ambiciosas apuestas de futuro.

"La integración de las energías renovables y el gas es la clave a medio plazo"

“La cogeneración es el modelo más eficiente y con menos emisiones para generar energía en este momento”

“No puedes esperar a que salga el sol para poner una lavadora, todavía necesitamos los combustibles fósiles en Europa”

“La cogeneración está a la orden del día, en todo el mundo pero no en España”

–¿Cómo experto en gestión de energía, cuál es para usted el modelo más eficiente?

–La cogeneración es el modelo más eficiente y con menos emisiones en este momento. La combustión del gas alimenta de electricidad y el residuo que genera ese proceso se captura y se usa también como energía térmica que calienta en invierno y refrigera en verano. Fue un arquitecto inglés, Richard Rogers, el que nos enseñó a hacerlo y es lo más eficiente que puede haber, económica y medioambientalmente, eso nadie lo discute. Nosotros somos expertos, hemos desarrollado plantas en aeropuertos como el de Barajas, Panamá o Cancún o en hoteles en República Dominicana o Jamaica. Las renovables están muy bien, es lo ideal, pero son incontrolables. Hay que contar con una fuente que garantice el suministro cuando no hay sol o viento y no está resuelto el problema del almacenamiento en baterías, la tecnología actual no lo permite, son todavía muy grandes y no pueden unirse. Nosotros tenemos placas en el tejado y lo que no usamos lo tenemos que volcar a la red porque no podemos guardarlo para la noche. Se puede sacar hidrógeno del agua, pero es tan caro que al final gastas más energía de la que generas al extraerlo. Como las nucleares tienen un horizonte temporal muy corto, sólo nos quedan los combustibles fósiles, el gas como respaldo a las energías renovables. Es lo mejor que tenemos hasta que se desarrolle la fusión entre el deuterio y el tritio, que generará mucha energía. Pero no se sabe aún cómo hacerlo, tardará unos quince o veinte años. En nuestros proyectos, hacemos un mix de cogeneración y renovable de biomasa y fotovoltaica. La eficiencia es de un 80%, cuando en un ciclo normal ronda el 40%.

–Sin embargo, el Plan de Descarbonización del Gobierno quiere acabar con los combustibles fósiles, al menos en la automoción.

–Para 2030, que es el primer horizonte temporal importante de ese plan, faltan diez años y la tecnología avanza muchísimo. De momento, no puedes esperar a que haga sol para poner la lavadora o para poner en marcha procesos en una fábrica. Lo que hay que intentar, lo básico, es almacenar la energía. La biomasa de los bosques o el agua son grandes reservas, pero, por ejemplo, en Mallorca no hay agua, no es tan fácil. Creo que lo que quiere hacer el gobierno es apretar para que nos pongamos las pilas. En general, vamos muy cómodos. Al final, se va a lo práctico, a enchufarse a la compañía y punto. Hacemos lo que sabemos hacer. En el norte de Europa, en Suecia, Noruega o Finlandia, la cogeneración está a la orden del día, todos los barrios cuentan con una pequeña planta y allí producen su electricidad y el calor de calefacción. Nosotros, en España, hemos sido pioneros.

Gabriel Sampol, en la sede de su empresa de Palma de Mallorca. | MANU MIELNIEZUK
–¿Por qué si, según usted, es la forma de generación más eficiente?

–Porque este sistema de producción de energía perjudica a las grandes compañías. Ellas pueden hacer una gran central de 800 o 1.000 megavatios y eso no está a nuestro alcance. La cogeneración, que es pura ingeniería, sí lo está. Lo hacemos en el Caribe y tenemos también una central en Roma, pero en España está marginada, no sale ningún proyecto. Ganamos el concurso del hospital de Son Llázter, en Mallorca, y la central da calefacción todo el invierno y climatiza en verano con un ahorro considerable, energético y económico. En el aeropuerto de Barajas, el ahorro es de 20.000 toneladas de CO2 al año. De todos modos, hay que diferenciar Baleares y Canarias del resto de España. En las zonas extrapeninsulares, los costes son mayores. Por eso, en Mallorca, el kilovatio que se produce con carbón está más subvencionado que la cogeneración. Por eso nos quejamos, porque creemos que también debería estarlo. En las islas nos sentimos un poco desamparados, no somos muy importantes para los políticos, a pesar de que todo el mundo viene a veranear aquí.

–Se quejan de la administración central. ¿Y la autonómica?

–No depende sólo de ellos, no es fácil. En Mallorca sólo hay una central, que va con carbón. Los gobiernos de Baleares dicen que hay que quitar esa central por sus emisiones, pero, antes de hacerlo, tendrán que aprobar un plan, que es lo que pedimos. Deberían olvidarse de las macrocentrales, de las líneas de alta tensión con postes de cincuenta metros que, además de las pérdidas que se producen en el transporte, tienen un gran impacto ambiental y la gente no las quiere. Lo ideal es que hubiera pequeñas plantas de cincuenta a setenta megavatios ubicadas dentro de cada pueblo.

–Ustedes se quejan de las grandes centrales y quieren pequeñas porque ése es su negocio.

–Es mucho más eficiente. Las grandes plantas en Baleares y Canarias están en las ciudades. Contaminan y después refrigeran con agua, están calentando el mar. Eso no puede ser. Nosotros tenemos un control, decimos lo mismo que Greenpeace, que no tiene por qué haber pérdidas de energía. Producimos electricidad igual que ellos, pero el calor que se desprende de las camisas del motor o el tubo de escape lo cogemos y, sin quemar nada más, lo usamos para calentar agua, la calefacción o el aire acondicionado. Para las fábricas es fabuloso. En vez de expulsar calor a la atmósfera, lo usamos para hacer energía térmica, por eso es más eficiente y por eso los ecologistas apoyan esas minicentrales. Desde el punto de vista económico, es una ventaja para las islas, donde los costes de producción son superiores a los de la península. Sin embargo, no están potenciando esa energía. Las renovables tienen un peso creciente en la generación de energía eléctrica, pero ronda el 40% y las fábricas tienen que funcionar y en los hospitales hay que seguir operando a los pacientes, aunque el día esté nublado.

“Las personas ya no quieren grandes centrales ni postes de cincuenta metros porque tienen un gran impacto ambiental”

–Sin embargo, tenemos más capacidad de producción que la que demanda la economía.

–Sí, mucha más, pero algunas plantas están obsoletas, sobre todo en Baleares y Canarias, donde hay motores viejos que han cumplido su vida útil, están amortizados. El gobierno central no convoca subastas. Hemos preguntado a la Comisión Nacional de Competencia y nos remite a Bruselas. Estamos esperando un informe de la Comisión Europea que no llega nunca y, entre tanto, han prorrogado durante cinco años esas máquinas que emiten muchísimo CO2 y dióxido de nitrógeno. Medioambientalmente, estaría prohibido, pero no se pueden apagar las islas. Sampol ha tocado todas las puertas, pero no hay manera. En Ibiza y Fuerteventura hay proyectos hoteleros parados porque no hay capacidad energética para abastecerlos. Conseguimos la autorización para alimentarlos de energía, pero la competencia se movió y nos lo anularon. Unido al cambio de ley que quitó el poder a las comunidades autónomas para centralizarlo en Madrid, a pesar de que el mercado eléctrico se liberalizó en 2005. En la transición, hasta que todo sea renovable, deberíamos buscar la eficiencia. No está claro que se puedan hacer baterías, Ford lo está estudiando en Valencia, pero es necesario el litio y se está acabando. Lo único que tenemos con seguridad para cincuenta años es el gas.

–Además de la gestión energética, ustedes trabajan también en la digitalización de infraestructuras industriales u hoteleras.

–Somos un referente mundial, hemos sido pioneros en cambiar el cable de cobre por la fibra óptica en los hoteles. Por eso, en 2018 Huawei nos concedió el premio Partnert Solution of the year. También trabajamos inteligencia artificial o “big data”. En México, en Chiguagua, ganamos el concurso para la policía. Construimos una plataforma en la cual combinamos setecientas cámaras distribuidas por toda la ciudad, con las tabletas que lleva cada patrulla y una pequeña cámara que cada agente lleva en la solapa. Desde que está en marcha, el tiempo de respuesta a un delito se ha reducido de diez a dos minutos. Y, también en México, gestionamos las guarderías. La madre, el padre o la abuela que está permitida deben registrar su huella digital cuando dejan al niño y también cuando van a recogerlo. Si no están autorizados, no se lo pueden llevar. Así se evitan raptos. Además, el médico les revisa para detectar malos tratos. Y, si alguno tiene un resfriado, por ejemplo, introduce los datos en el sistema. Toda esa información se envía a Ciudad de México y, si saltan muchas alertas, por ejemplo, de muchos constipados, se detectan brotes de enfermedades muy rápido. El concurso salió hace unos años, después de un incendio en una guardería y el proyecto que hemos implantado introduce alarmas diferentes. En el último sismo, alertó a todas las guarderías y pudieron evacuar a tiempo a los niños, fue un éxito por el que nos dieron públicamente la enhorabuena. Esa gestión de la información es la que estamos dando también a nuestros clientes hoteleros. Nos piden datos acerca de la hora a la que los clientes ingleses van al bar o los alemanes a la playa y, gracias a estos proyectos, sabemos si están dentro o fuera de la instalación, está todo el mundo controlado.

–Eso puede violar la intimidad de las personas. ¿Hasta qué punto lo permite la normativa de protección de datos?

–Nosotros solo hacemos el proyecto, la protección de datos es responsabilidad suya. Los desarrollos de este tipo también nos ayudan a nosotros, tenemos controladas nuestras plantas de cogeneración en México, República Dominicana, España o Italia hasta el punto de que sabemos lo que ocurre casi al instante. Y ahora estamos trabajando el control digital. En un ordenador paralelo al real, hacemos simulaciones para gestionar mejor.

“En Mallorca, en los colegios públicos no se estudia en castellano. Intentan hacer lo mismo que en Cataluña y para las empresas es un problema”

–Con el uso de esa tecnología, la ciberseguridad es imprescindible. ¿Estamos protegidos?

–Nunca estamos suficientemente protegidos, somos conscientes de ello. Todos nuestros proyectos están en la nube y eso nos ha ayudado muchísimo. Antes, los ingenieros tenían que volar a las obras y ahora las cámaras le muestran lo que está pasando. Nos ahorramos muchos viajes. Antes, las diferentes versiones de los proyectos tenían que viajar y nunca sabías dónde estaba la última, ahora todo el mundo coge esa última versión de la nube. Supongo que los que nos venden esto nos tienen que cuidar. La ciberseguridad es transversal a toda la compañía, es un tema que nos preocupa.

–Hacen también obras de transporte. La situación económico-política, por la que el país lleva años paralizado y no se licitan obras ¿cómo les afecta?

–Estamos fuera. Nos hemos salido. En 2018, el ochenta por ciento de la contratación es en el extranjero. España se mueve muy poquito, debería haber un poco más. Ahora va a venir un plan de actualización importante en trenes, un plan de corredor mediterráneo. Hubo unos años de muchísima obra pública y ahora hay un parón importante y no acaba de arrancar. Y además la competencia está yendo bajo coste. Hay subastas y las empresas, para sobrevivir, porque es pan para hoy y hambre para mañana, están tirando los precios. Esto empobrece el tejido empresarial. No puedes dar calidad, ni de materiales ni al personal. Y en España está bajando mucho la calidad. En cambio, en el extranjero pagan la ingeniería, pagan la calidad. Estamos en el Caribe. El salto es muy duro, trabajando en casa se está muy cómodo, pero hacerlo implica ir a bajos precios. El mercado está roto, paralizado. Donde sí podemos trabajar es en las islas. Las empresas de la península no las conocen y nosotros lo conocemos muy bien, nos vamos a especializar en archipiélagos, porque tenemos un “know how” que creemos que valoran.

Gabriel Sampol, en las instalaciones de su empresa en el polígono Son Castelló. | MANU MIELNIEZUK
–¿La insularidad se paga?

–Por supuesto. Es mucho más caro Mallorca en vivienda o educación, nos cuesta mucho traer ingenieros aquí, no tenemos vivienda para ellos. El catalán no ayuda, la gente que viene de fuera se encuentra que en los colegios públicos los niños no pueden estudiar en castellano.

–¿Está ocurriendo aquí lo que ocurrió en Cataluña hace diez años?

–Sí, están intentando hacer lo mismo. Para las empresas es un problema. En Barcelona, lo está pagando el empresariado y sigue así de ciego y así de sordo. Nos vendría muy bien irnos a Miami, el trabajo está fuera, pero la central está aquí porque se vive muy bien en Mallorca y nos enviamos los planos a través de Internet. Nos hemos acostumbrado a trabajar fuera, nos ha hecho más eficientes también como empresarios.

–¿Los impuestos son razonables?

–Nosotros creemos que la carga impositiva es muy alta. La filosofía debería ser incentivar a las empresas a generar empleo que es lo que verdaderamente produce riqueza en un país. Apostar por las pequeñas, medianas empresas y autónomos es el camino.

–A pesar de todo, ¿volvería a ser empresario?

–Por supuesto, porque esto nos ha dado vida y alegría. Somos lo que somos gracias a la empresa.

Los datos la empresa
  • FACTURACIÓN:179 millones de euros
  • MERCADOS: España, Italia, Panamá, México, República Dominicana, Jamaica, USA y África
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