Revuelta en los barrios populares

Las 'banlieues', la bomba a contrarreloj le estalla a Macron

El presidente francés se enfrenta a otro estallido social, originado esta vez por los abusos policiales y la rabia de los jóvenes de estos territorios periféricos abandonados

Un coche calcinado en Montreuil, cerca de París.

Un coche calcinado en Montreuil, cerca de París. / EFE

Enric Bonet

"Ante el sufrimiento de sus habitantes que tienen el sentimiento de estar abandonados por la República, pedimos un plan de urgencia para las 'banlieues'. (…) Están al borde de la asfixia". Una treintena de alcaldes de grandes ciudades y localidades periféricas alertaron sobre la situación social en estos barrios populares en un artículo colectivo, publicado a finales de mayo en el diario 'Le Monde'. Resultó premonitorio. Un mes después, el presidente francés, Emmanuel Macron, se enfrenta a un fuerte estallido social por la oleada de indignación y violencias urbanas de los adolescentes y jóvenes de estas localidades periféricas para denunciar los abusos policiales. Una nueva crisis política que le ha obligado a cancelar la visita de Estado que debía empezar este domingo en Alemania.

El alcalde de una de estas ciudades de la 'banlieue', Ali Rabeh (edil de Trappes, al suroeste de la región de París), se refería a lo sucedido esta semana como una "bomba a contrarreloj que ha estallado". Su explosión ha sido aún más espectacular por la temeridad cometida por Macron y sus predecesores en los últimos 15 años de relegar a un plano secundario estas periferias urbanas, probablemente los territorios más frágiles a nivel económico y social en la Francia metropolitana. De guardar en un cajón esta "bomba a contrarreloj". Como si así el problema no existiera.

La chispa que hizo estallarla fue la muerte de Nahel M., de 17 años, disparado a quemarropa por un policía dentro de su vehículo el martes por la mañana. El agente responsable de su homicidio fue imputado por “homicidio voluntario” y está encarcelado de manera preventiva. Este sábado por la mañana se ha celebrado el funeral del adolescente abatido durante un control policial. Una multitud ha asistido en este acto en Nanterre, lo que ha reflejado la conmoción de su deceso entre los habitantes de este suburbio situado al noroeste de París, al lado del distrito financiero de la Défense.

El 'déjà vu' de los abusos policiales en la 'banlieue'

Muchos de estos jóvenes de la 'banlieue' se identifican con Nahel. Creen que les hubiera podido suceder lo mismo. Esto ha desembocado en una oleada de rabia con numerosos disturbios y actos de vandalismo. Las fuerzas de seguridad detuvieron hasta 1.311 personas durante la noche del viernes al sábado. Fue la cuarta consecutiva marcada por las violencias urbanas: 1.350 coches quemados, varias comisarías y ayuntamientos incendiados y un número creciente de comercios saqueados. Aunque esta espiral pueda resultar chocante —el 69% de los franceses es favorable a la instauración del estado de emergencia, según un sondeo reciente del instituto Ifop—, tiene una dimensión política evidente.

"Hay un sentimiento de doble pena entre los habitantes de estos barrios (con un elevado porcentaje de población de origen extranjero). Por un lado, el sentirse peor tratados que el resto de los ciudadanos (con viviendas en peor estado, peores transportes públicos, servicios y un trato más difícil con la policía). Por el otro, el no sentirse escuchados y que sus problemas sean negados por las autoridades, con el caso paradigmático de la violencia policial", explica a El Periódico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica, el sociólogo Julien Talpin, investigador en el prestigioso CNRS y especialista sobre la 'banlieue'. 

Con el caso Nahel, hay un sentimiento evidente de 'déjà vu'. En los últimos 40 años en Francia, cuando un joven de estos distritos populares moría o resultaba herido de gravedad a causa de la policía, esto solía desembocar en disturbios urbanos. El ejemplo más conocido de ello fue la revuelta de 2005, que duró tres semanas y empezó tras la muerte de los adolescentes Zyed y Bouna que murieron electrocutados mientras intentaban escapar de la policía. 

Aunque con disturbios menores que en 2005 o los actuales, estas situaciones se reprodujeron en los últimos años. Por ejemplo, en 2017 con el caso de Théo al que un policía penetró con una porra; en 2020 con los disturbios que hubo en Villeneuve-la-Garenne, después de que un joven perdiera una pierna cuando un agente abrió la puerta de su vehículo para que chocara con su motocicleta; o a finales del mismo año con la brutal detención del productor de música negro Michel Zecler

“Pero la novedad en los últimos años fue una reforma legal de 2017 que favoreció el recurso a las armas de fuego”, por ejemplo, cuando un ciudadano no acata a una orden policial, recuerda Talpin. Desde entonces, el número de muertos por disparos de la policía aumentó de 8 en 2017 hasta 26 —la mitad de los cuales mientras intentaban escapar con su coche— el año pasado. “Hay una clara sobrerrepresentación de las minorías raciales entre estos muertos”, sostiene Talpin.

La "decepción" de sus habitantes con Macron

“El gran problema de las 'banlieues' no son las desigualdades económicas, sino las humillaciones diarias y las violencias verbales por parte de la policía que sufren sus habitantes”, destaca el sociólogo Éric Fassin, especialista de estos territorios, en los que hay, asimismo, unos niveles de desempleo 2,7 veces superiores a la media nacional y el impacto de la inflación se hizo notar especialmente en los últimos años. Según este profesor de la Universidad París 8, “la respuesta del Gobierno francés ante este problema ha sido negarlo”. Incluso el ministro del Interior, Gérald Darmanin, dijo que “cada vez que escucho este término (violencia policial), me ahogo”

De hecho, tras la muerte de George Floyd hace tres años en el norte de Estados Unidos, en Francia hubo protestas más que notables contra el racismo y los abusos policiales. "Fueron las manifestaciones antirracistas más relevantes en el país desde la década de 1980", recuerda Talpin. Entonces, el Ejecutivo centrista impulsó un proceso de concertación para mejorar la confianza entre la policía y la ciudadanía. "Pero este no desembocó en prácticamente ninguna medida", lamenta este sociólogo del CNRS.

Según este experto, "la presidencia de Macron no ha dado una gran importancia a estos barrios, lo que provocó una fuerte decepción entre sus habitantes", muchos de los cuales veían con buenos ojos al dirigente centrista en sus inicios. Esta decepción no solo se ha debido a que no se haya hecho prácticamente nada para combatir los abusos de las fuerzas de seguridad —los sindicatos policiales, en que han penetrado con fuerza las ideas de ultraderecha, resultan un frente evidente—, sino también las tímidas políticas en materia social y urbanística en estos territorios.

El dirigente centrista ha aplicado algunas medidas interesantes, como el hecho de reducir de manera considerable el número de alumnos en las aulas de los institutos en estas zonas. Pero han sido en cuentagotas. En 2018, decidió abandonar un ambicioso plan para mejorar la situación en las 'banlieues'. "Ha habido una sordera institucional ante las demandas de cambio de los habitantes de estos barrios”, recuerda Talpin. Una lógica que se vio acentuada con la revuelta de los “chalecos amarillos" de hace cuatro años, que favoreció que se priorizara a las clases medias bajas de los territorios rurales. Y eso contribuyó que se relegara aún más a aquellas zonas más frágiles: a la “bomba a contrarreloj” de los barrios populares. 

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