Crisis en Nicaragua

La larga agonía del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo

Daniel Ortega, durante un evento en Nicaragua.

Daniel Ortega, durante un evento en Nicaragua. / Twitter

Abel Gilbert

La mustia celebración del 44 aniversario de la caída del dictador Anastasio Somoza puso en escena el momento político que atraviesan Daniel Ortega y Rosario Murillo, el matrimonio que gobierna Nicaragua en condiciones de creciente inestabilidad interna. Los discursos del 19 de julio incluyeron numerosos desvaríos que fueron la comidilla de los hombres y mujeres. Comentarios en las redes sociales que, de una u otra manera, expresan el rechazo a un presente de rigor y dificultades. Ortega le pidió a un escaso público que aplaudiera al exautócrata libio Muamar Gadafi, asesinado en 2011 por una turba. "No era de los que se rendían, de los que se vendían”, dijo sobre el hombre que reinó sobre el país africano 42 años, una cifra seductora para los Ortega, pero de imposible igualación.

El presidente volvió a hacer una encendida defensa de su alianza con Moscú. "La mayoría de países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) no pudieron sentar ahí al fascista, de Ucrania. Entonces, luego, ellos—los europeos— se empeñaron en tratar de introducir unos párrafos donde culpaban a la Federación Rusa de todo lo que acontecía en Ucrania. Entonces no podíamos aceptar esto”, dijo en relación a la reciente cumbre de Bruselas. Ortega se alineó con Vladimir Putin y evitó condenar la invasión. Esta vez no fue acompañado por sus aliados de Cuba y Venezuela, Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, respectivamente. A cambio, el matrimonio fue acompañado por sus hijos y nueras.

"Nos oponemos a la decrepitud humana, decadencia del espíritu, a la desintegración de las legítimas aspiraciones de evolución", dijo, por su parte, Murillo, en un lenguaje alambicado e incomprensible. "¿Cómo entender ese absurdo coro de serpientes, de víboras traicioneras, fabricantes de mentira, denigrantes a sueldo, mentecatos, a los sicarios y asesinos que se arrastran para servir a sus amos?". Murillo se desdobló en dos figuras, la de la Primera Dama con atribuciones ejecutivas y la de predicadora. "Este pueblo nuestro es glorioso porque vive desde el Espíritu, desde la Fe, y desde el Amor. Por eso decimos nosotros: aquí vive Cristo Jesús, vivimos con Cristo en el Corazón, y eso es amor cristiano, socialista y solidario".

Creciente impopularidad

De acuerdo con una encuesta de CID Gallup de Costa Rica, más del 50% de nicaragüenses nunca escucha cadenas televisivas de Ortega ni el monólogo diario de Murillo. Otros números del sondeo son más elocuentes sobre el peso del hartazgo: un 75% de los entrevistados carece de simpatías políticas, solo un 13% respalda al Frente Sandinista, en el poder y el 61% desaprueba la gestión del matrimonio. Para un 56% de los nicaragüenses, la corrupción "ha aumentado" en los últimos seis meses, mientras que un 70% de las personas consultadas estima que Nicaragua va por un rumbo equivocado,

Ocho años atrás, los resultados de una encuesta de la misma consultora daban cuenta que Ortega suscitaba un 75% de opiniones positivas. Entre uno y otro sondeo tuvo lugar en 2018 el estallido social que erosionó no solo el liderazgo, sino que llevó a Nicaragua a una situación que se considera sin retorno, como alguna vez ocurrió con Somoza. Las protestas fueron reprimidas con una saña que hicieron recordar a aquella dictadura derrotada por las armas y con Ortega entonces en calidad de insurgente. El endurecimiento del caracter punitivo del Estado es la marca de estos últimos cinco años. No se comprende sin el deseo del matrimonio de eternizarse en el poder.

Según Julio López Campos, columnista de 'El Confidencial', "hoy nos encontramos con el nivel histórico más bajo de respaldo a la dictadura que hacen de Ortega y Murillo los personajes más repudiados del país". Este proceso, añadió, "se viene operando de manera significativa al interior del sandinismo amplio, no orteguista y, sin duda, de manera silenciosa en los núcleos más cercanos que forman parte de las articulaciones estatales y políticas del régimen. Y, seguramente, avanza sigilosamente en el seno del Ejército y la Policía".

Estricta minoría

Se trata de una mirada compartida por distintos sectores de la oposición. "Hay una estricta minoría, que está alrededor de los Ortega Murillo. Ni siquiera los funcionarios públicos, ni los Policías, sienten que están bien. Francamente, ni siquiera los soldados—tal vez unos tres o cuatro del mando superior—, pero más allá de eso me parece que están en una situación entre incómoda y mala", aseguró a 'El Confidencial' la excomandante sandinista Dora María Téllez, actualmente en el exilio.  “No es gratuito que a esta altura haya más de 350 000 nicaragüenses que han salido fuera del país desde 2018 a la fecha, huyendo, buscando trabajo, oportunidades y saliendo porque simplemente le robaron la nota, las universidades cerraron, no les entregan su título, jóvenes perseguidos y perseguidas, gente encarcelada”.