Reforma del Código de Familia

Marruecos encara meses cruciales para abolir la desigualdad de género y el matrimonio infantil

Las organizaciones feministas tratan de llevar sus reivindicaciones al nuevo código que definirá las relaciones en el seno familiar

Una pareja contempla la puesta de sol en Casablanca.

Una pareja contempla la puesta de sol en Casablanca. / MARC FERRÀ

Marc Ferrà

En un pequeño salón de actos de una organización feminista de Rabat, una treintena de personas asisten, apretujadas, a una conferencia para hablar y debatir sobre el Código de Familia marroquí. Se habla de divorciomatrimonio de menorespoligamiaherenciarelaciones fuera del matrimoniomadres solteras, y muchos otros temas que tienen un punto en común para todos los participantes: "Hace falta cambiar este texto de arriba abajo", apunta una de ellas. "También hay que modificar la filosofía y sobre todo el lenguaje", remarca otro asistenete. 

Marruecos encara meses cruciales para perfilar cómo va a ser la reforma del Código de Familia. Desde que Mohamed VI abrió la puerta a redefinir esta ley en su discurso en junio del año pasado, las organizaciones feministas se han movilizado para poner encima de la mesa todas sus demandas. Entre estas organizaciones hay un sentimiento generalizado de esperanza, aunque también son escépticas, saben que será difícil que se aborden todas sus demandas. Por ahora, nadie conoce qué cambios se abordarán, está previsto que en marzo se presente el borrador.

Va a ser la segunda vez que se revisa la 'Mudawana', como se conoce en Marruecos el Código de Familia. En 2004 ya se reformó, fue un paso importante porque se añadieron modificaciones a un texto que hasta el momento se consideraba "sagrado". Por ejemplo, se facilitó que sea la mujer la que pueda divorciarse de su marido, aunque él se niegue, algo que marcó un antes y un después para muchas de ellas. Fue una reforma que se encontró con una fuerte oposición de conservadores e islamistas. Diecinueve años después, las organizaciones feministas temen que estos movimientos intenten boicotear todo cambio. 

Rghizlaine Benachir, una de las fundadoras de la organización Jossour Forum de Mujeres Marroquíes, participó en la reforma en 2004. "En ese momento, nos dijimos: vamos a pedir lo mínimo. Había una fuerte presión de los conservadores. Era un contexto completamente diferente al de hoy. Por ejemplo, en 2004, no se hablaba de la herencia; nos dijimos a nosotros mismos: vamos a hacer las cosas paso a paso". Pero casi 20 años después, las reivindicaciones y el contexto han cambiado: "Hoy, queremos una reforma completa del Código de Familia, a todos los niveles, no se trata de cambiar comas, puntos o un pequeño artículo: Hay que rehacerlo todo", reivindica Benachir.

El divorcio

Ghizele Moumoni, abogada de profesión y presidenta de la asociación Kif Mama, empezó a militar en el feminismo tras su divorcio: "Fue un momento insoportable cuando descubrí las desigualdades que hay en el Código de la Familia, desde entonces, no he parado de denunciarlo y pedir que las leyes cambien", relata. En caso de divorcio, explica que la legislación actual otorga el 100% de la tutela al padre, como elegir la escuela a la que lo matricularán o para poder viajar al extranjero, pero la custodia se otorga a la madre, que cuida del niño permanentemente. El padre solo tiene derecho a una visita a la semana.

En el caso de que la madre se quiera volver a casar, el padre recupera de manera automática la custodia de los hijos. "Es una aberración y una violencia legal extrema hacia el niño, que se ve separado de la persona que tiene la custodia, con quien estaba los siete días de la semana, para ir exclusivamente al otro progenitor, con la carga para la madre de establecer un derecho de visita que tampoco superará un día. Es muy perjudicial para el niño", explica Moumoni. Defiende que tanto la tutela como la custodia tendrían que implicar por igual a padres y madres y poner en el centro a los hijos e hijas. 

Matrimonio de menores

Otra de las principales reivindicaciones de las organizaciones en defensa de los derechos humanos es prohibir, sin excepciones, el matrimonio de menores de 18 años. El Código de Familia de 2004 elevó de 15 a 18 años la edad mínima para casarse, aunque el texto incluyó una excepción: que un juez puede autorizar una boda en el caso de que uno de los dos sea menor. "Lo que sucede es que esta excepción se ha convertido en la regla y prácticamente todas las solicitudes son aceptadas. Tuvimos cerca de 14.000 autorizaciones de matrimonio de menores en 2022, lo cual es enorme. Esta excepción no ha funcionado", lamenta Moumoni. 

La mayoría de estos matrimonios son de adolescentes menores con hombres mayores y se producen en entornos rurales. "Veinte años de práctica nos muestran que hay desviaciones en la práctica y que es necesario arrancarlas de raíz y simplemente prohibir el matrimonio de personas que aún no tienen 18 años. Antes de los 18 años, no se puede votar, no se pueden hacer muchas cosas. ¿Por qué podríamos casarnos? No hay razón para ello", defiende la abogada y activista.

Las reivindicaciones de estas organizaciones van mucho más allá, también reclaman el fin de las leyes que castigan las relaciones sexuales fuera del matrimonio o el adulterio. Consideran que penar esto pone en peligro a la mujer e impide que si sufre una agresión sexual o es violada pueda denunciarlo ante la policía. Según critican estas organizaciones, si la mujer no consigue demostrar que ha sido víctima de una violación o una agresión, la ley se puede volver en su contra y la policía puede terminar por investigarla por haber mantenido relaciones sexuales sin estar casada.