Siempre me he considerado una firme defensora de lo público, puesto que en ello reside el bienestar de todos los ciudadanos. La sanidad pública es y tiene que seguir siendo un pilar fundamental en nuestra sociedad. Pero, ¿hasta una edad determinada?, ¿dependiendo del sexo al que pertenezcas? Esta es la situación a la que nos enfrentamos hoy en día y que desafortunadamente no es del dominio de los ciudadanos y ciudadanas de este país.

La cuestión es que la sanidad pública limita las consultas ginecológicas hasta la edad de 65 años. Y las preguntas que me vienen a la cabeza son: ¿las mujeres dejamos de tener órganos reproductivos a esa edad?, ¿sin medios económicos con los que costearnos un médico privado debemos vernos abocadas al abandono de nuestra salud?, y la más importante, ¿los hombres pierden algún servicio de la sanidad pública al superar los 65 años de edad?

Sin duda, esta cuestión vulnera nuestros derechos individuales y colectivos, sí, el colectivo de la sociedad del sexo femenino, que aparentemente tan poco puede decidir sobre su cuerpo, ya que son los del sexo masculino los que debaten sobre cuestiones como el aborto (femenino), maternidad subrogada (femenina) y tantas otros temas que tan solo refuerzan lo que se puede resumir en un término, heteropatriarcado. Reivindicar una sanidad pública e igual para todos es nuestro derecho, y no debemos dejar que nos lo quiten ni que nos divida.