Durante las últimas semanas se ha suscitado una cierta polémica respecto a la ubicación de futuros parques fotovoltaicos en las comarcas centrales de la Comunitat Valenciana. El impulso imparable y justo de este tipo de energía renovable no deja de esconder, envuelta de buenas palabras, la persistente codicia humana, motor de casi todos los proyectos humanos. Precisamente se buscan terrenos ‘económicos’ para maximizar el beneficio a costa, a veces, de degradar lo poco que nos queda no humanizado. ¿Por qué no priorizar estas instalaciones en lugares ya degradados o urbanizados?

El fracasado proyecto de Valpark, junto a la autovía A35, en el término municipal de Vallada, podría alojar un inmenso parque fotovoltaico. Mataríamos tres pájaros de un tiro: dejaríamos de degradar otro entorno virgen, se le daría un uso a la infraestructura ahora sin uso y el ayuntamiento de Vallada encontraría una manera de reducir su enorme deuda. Animo desde aquí a la Generalitat a estudiar la propuesta, pues si se quiere, se puede.