Los adolescentes hablan de salud mental

Nereu Soto Codoñer

En una cotidianidad donde la capacidad hedónica queda cada vez más reducida por diversos factores que nos rodean, los adolescentes padecemos en silencio la falta de perspectiva como anhelo vital. Aunque en varios aspectos la salud mental no entiende de clases, géneros o edades, la tendencia a la desigualdad atribuye el riesgo de exclusión social a la vulnerabilidad por la falta de recursos, que dentro del propio arraigo cultural dificulta la expresión emocional. En una soledad reflejada en diversas edades, los adolescentes y las personas mayores comparten un acercamiento caracterizado por la ausencia. La deshumanización se traslada a la vida de barrio, y la importancia del pertenecer y sentir pertenecido al resto se desprende conforme el aislamiento perpetúa y se acepta socialmente. En el aspecto actual, los niveles de exigencia (muchas veces a uno mismo) y el tratar de acertar la continúa mejor versión individual, nos puede generar un sentimiento de constante comparación y falsa superioridad. En una supuesta era de la seguridad y bienestar, los adolescentes padecemos la insensibilización del lucro tecnológico, que bajo el desliz de la pantalla idealizan pensamientos depresivos, e incluso autolesivos y conductas suicidas. La culpabilidad puede ser un hecho frecuente en nuestros pensamientos intrusivos, pero la falta de comunicación y del sentirse escuchado facilita el aislamiento como respuesta a nuestros miedos. El individualismo no puede ser un concepto en el que se base nuestro estilo de vida, nos necesitamos en sociedad. Los adolescentes somos conscientes de los problemas en carácter de salud mental, y bajo la falsa moral de romper el tabú, nos movilizamos para exigir recursos reales en la atención primaria: La promoción, la participación social, la prevención y el refuerzo de los servicios de salud especializada. Nereu Soto Codoñer. València.