El infortunio se cebó anoche con el Levante UD. El estilo atrevido de los de Rubi chocó hasta tres veces con la madera y permitió que un aguerrido Betis, que no se arrugó a la hora de practicar el «otro fútbol» en la segunda parte, se marchara a Sevilla con con los tres puntos gracias al gol de Rubén Castro y un arbitraje bastante permisivo, sobre todo, en los últimos minutos.

El Levante UD celebró ayer su particular «Black Friday» en Orriols. Nada más abrir las puertas del Ciutat de València, en el minuto 4, el equipo de Rubi regaló un gol al Betis, una de las plantillas de la Liga que mejor rendimiento logra a domicilio. La cortesía granota no la rechazó Rubén Castro, quien tras una jugada personal de Joaquín, autor de dos recortes en el área con denominación de origen, se encargó de anotar el 0-1. El delantero canario «enrolló» el cuero hacia la base del poste izquierdo de Rubén. Ante su disparo, el guardameta y la pasiva defensa azulgrana sólo pudieron acompañar con la mirada el esférico hasta la red.

Con la ventaja en el electrónico, el Betis se acomodó en su campo mientras el Levante UD recogía los trastos de matar. Tocaba, otra vez, la épica de la remontada. El pan de cada día en el Ciutat de València esta temporada.

Camarasa, Verza y Simao comenzaron a desengrasar la maquinaria en la medular con las primeras jugadas trenzadas. Apenas destellos de la primera parte del domingo pasado en El Molinón.

En el minuto 7, Bruno, uno de los centrales visitantes, quiso devolver el obsequio inicial del Levante UD. Entregó de manera inocente un balón a Verza en la frontal de su propia área y el alicantino se vio, de repente, frente a frente con Adán. Se le ocurrió definir con una vaselina, pero el cuero, siempre caprichoso, golpeó en el palo. El rechace le cayó a Deyverson, solitario en el balcón del área pequeña, a portería vacía, sin nadie cerca que le pudiese estorbar y con todo de cara para remachar a gol. Cuando todo el estadio celebraba el empate, el brasileño quiso amortiguar el remate con el interior de su bota izquierda, para asegurar. Pero, incomprensiblemente, Deyverson falló. El balón se fue al larguero y salió escupido. Uno de esos errores imposibles que dará que hablar toda la semana.

Con el regusto de la igualada en el paladar, pero con el 0-1 brillando en el marcador, el duelo se abrió para valencianos y andaluces. El Levante UD puso todo su empeño, salpicado con dosis de buen fútbol, quizá demasiado eléctrico. Camarasa y Deyverson lo probaron desde lejos sin que Adán tuviera que aparecer. El ariete brasileño, incapaz de controlar su nervio, se revolvió ante Cejudo en un lance del juego y se jugó la expulsión. La amarilla fue un alivio para Rubi.

Los azulgrana aumentaban, con presión alta y centros al área, el voltaje del partido. El juego, a veces vertiginoso, carecía de definición. En cambio, el Betis de Pepe Mel demostró el porqué de sus números fuera de casa. Joaquín y Cejudo fueron una pesadilla ante Toño y Pedro López en las bandas. Una amenaza constante. Castro y Ceballos, por el centro, no dejaban de proyectar contragolpes que obligaban a Feddal y Navarro a vigilar la espalda en cada paso que daban hacia delante.

De esta manera, el choque ganó en vistosidad a la vez que en imprecisión, sin ocasiones claras para ninguno de los contendientes

La reanudación, a diferencia que en otros encuentros en Orriols esta campaña, fue frío. Sin visos de remontada en el horizonte. Un mero espejismo. En el 54, el conjunto de Rubi se estrelló por tercera vez contra la madera. Deyverson controló con el pecho en el vértice del área y empaló con la izquierda, sin dejar caer el balón, que dibujó una parábola en el cielo hasta chocar contra el larguero. El asombro en la grada caló hasta los huesos, sobre todo porque tres minutos después Rubén Martínez salvaba con los pies el posible 0-2 de Rubén Castro.

Las prisas transformaron el escenario del partido. El Betis sacó a relucir su faceta más conservadora, alargando cada pausa hasta el infinito. Los granotas insistieron en el asedio, con Morales en el extremo derecho como punta de lanza. Casadesús y Roger entraron (por Rubén y Deyverson) para aportar oxígeno en ataque, pero la fragilidad en la zaga se multiplicó. Rubén salvó, con una manopla, el segundo de los béticos a tiro de Varela a falta de 25 minutos.

No obstante, el Levante UD no le perdió la cara al choque y se lanzó a por el empate. Sin medias tintas. Toño recuperó su versión de carrilero y Casadesús se unió a Roger en busca de un remate salvador. Sin embargo, el cansancio apareció en las casacas azulgrana. Los pases se quedaban cortos, los rechaces eran béticos y la presión llegaba un segundo tarde.

El colegiado, Sánchez Martínez, vio mano de Roger cuando el canterano se quedaba mano a mano con Adán para desesperación de la tribuna. El árbitro se convirtió en el protagonista de la noche en los últimos minutos. Expulsó por doble amarilla a Westremann y a Juanfran, el capitán del Levante UD por protestar desde el banquillo. El encuentro se oscureció y el tiempo se escurrió entre protestas, cambios, interrupciones y faltas.

Camarasa dispuso de dos disparos forzados en la recta final, pero ninguno vio puerta. La derrota estaba servida. De todas formas, el público reconoció la entrega y despidió al equipo con aplausos, consciente de que ayerse cerró la semana con un paso atrás en la tabla.