El Levante UD vuelve a ser el líder de Segunda. Anoche no jugó bien, puede que ni siquiera mereciese ganar a un correoso Sevilla Atlético, sin embargo, demostró la madurez necesaria para desatascar un partido abocado al empate. Los azulgrana supieron sufrir y esperar, y aunque no arrollaron ni maravillaron fueron efectivos. Lo que pide la categoría.

Como si todavía arrastrase el narcótico efecto de la derrota ante el Córdoba, el Levante UD saltó al campo con una excesiva frialdad. Quizá ayudó el silencio que acampó en el estadio hasta el minuto 19, cuando Levante Fans decidió volver a animar. En esos compases iniciales, los de Muñiz apenas dieron signos de vida. Sólo Lerma, con un remate de cabeza tras el saque de un córner, inquietó a Caro, el portero del Sevilla Atlético. El filial sevillista, desacomplejado, planteó un encuentro de tú a tú, con mucha intensidad en el centro del campo y agresividad —a veces dureza— en las zonas de peligro.

Los de Orriols, con notables cambios en el once (entraron Raúl por Remiro, Toño por Abraham y Lerma por Insa) no carburaban. La medular granota no tenía el día. Ni Espinosa ni Campaña eran capaces de hilvanar una jugada con más de tres pases seguidos. El recurso de Morales, ayer ayudado por Toño en la izquierda, tampoco surtió efecto. Jason estuvo irreconocible.

Con el paso de los minutos, el Levante se hizo con las riendas del choque, pero más por inercia e insistencia que por juego. Las mejores ocasiones llegaron gracias dos libres directos. Morales y Campaña se acercaron, pero al primero le faltó precisión y al segundo potencia en el disparo.

A cinco minutos del descanso, Postigo, uno de los mejores en los azulgrana, se atrevió a realizar una conducción en campo contrario. El central se inventó un pase al espacio para roger, quien, incansable, peleó por el esférico hasta el final. La zaga sevillana falló y el pichichi levantinista se plantó sólo ante Caro. No vio a Campaña, sólo en el punto de penalti esperando para remachar a la red, así que tiró a puerta. Lo hizo sin fe ni fuerza y desaprovechó la mejor ocasión del partido. Poco después tuvo otra ocasión en un saque de esquina, pero la retaguardia andaluza supo neutralizar la jugada.

Control azulgrana sin efectividad

El escenario apenas varió en la reanudación. El Levante UD mantenía un aparente control del partido, pero sin la capacidad de concretarlo en ocasiones de gol. Ni siquiera en aproximaciones al área. Espinosa y Campaña acusaron el bajón físico.

Poco a poco el nerviosismo se apoderó del equipo y un sector de la grada. A falta de 25 minutos, cuando más lejos parecía el gol levantinista, el sevillista Curro se sacó de la manga un disparo desde la frontal del área con la zurda que hizo temblar a más de uno. Raúl vio cómo el balón se iba fuera por poco.

No hay mal que por bien no venga. El equipo de Muñiz quiso rehacerse y una jugada entre Roger y Espinosa acabó con el talaverano en el área, escorado pero con opción de remate. Pese a la rosca, el cuero se fue lamiendo la madera. Poco después, Insa lanzó un obús raso desde más allá de la media luna que espoleó a la parroquia levantinista, pero nada rompía el empate a cero.

El filial del Sevilla se empecinó en perder tiempo con jugadas absurdas, hasta que se encendió la chispa. Faltaban quince minutos para el final y un centro bombeado de Toño, peleado por Roger —cómo no— derivó en un balón perdido en el área pequeña. Ante el error garrafal del meta y la defensa andaluza, Montañés la empujó casi de rebote para hacer vibrar al Ciutat. En los minutos finales el filial sevilista achuchó aprovechando que Toño andaba despistad por su banda, pero el marcador no se movió.