Nadie sabrá jamás que hubiese pasado con Muñiz si Leo Baptistao hubiese fallado su remate en el último minuto y el Levante UD hubiese sumado los tres puntos.

El fútbol no entiende de condicionales y sólo se alimenta de resultados y, por eso, después del gol del Espanyol y del duodécimo empate de la temporada, el consejo de administración del Levante UD anunció la destitución de López Muñiz como entrenador de la primera plantilla azulgrana. Además, nombró a Paco López nuevo responsable de la plantilla hasta el final de la temporada.

La directiva levantinista prefirió no dejar pasar más tiempo. Dos semanas y tres jornadas después de aquella reunión de cuatro horas en la que se apostó por mantener a Muñiz en el cargo, el club viró ayer el rumbo y eligió prescindir de sus servicios, a la espera de llegar a un acuerdo económico con su agente, puesto que tenía contrato hasta junio de 2019.

El preparador asturiano, consciente de que otra jornada sin ganar podría suponer su final en el Levante UD, abandonó el Ciutat de València sin saber cuál iba a ser su futuro.

«Me voy a casa con mi mujer y mis hijas, a descansar y a pensar cómo podemos salir de esta situación para estar en las mejores condiciones de rendir y salir de esta situación», llegó a decir en rueda de prensa antes de conocerse su despido.

En esa comparecencia, su última como entrenador granota, Muñiz cargó contra el «pesimismo» que le ha rodeado desde hace meses. «Asumo mi responsabilidad sin problemas, lo que me sorprende es que desde hace meses hay un pesimismo tremendo en el entorno. Estamos por encima de tres equipos y esa pesimismo no se despeja. Eso se resuelve con una victoria y del carro del pesimismo se bajaría alguien. Cuando lo tengamos claro todos iremos en el mismo camino», declaraba Muñiz horas antes de su cese como técnico granota.

Esta vez, no obstante, los números han pesado más que las sensaciones. Cinco de los últimos 45 puntos, una victoria en las últimas 22 jornadas, más de una vuelta de campeonato sin ganar como local y a un punto de la zona de descenso a falta de que juegue la UD Las Palmas.

Son algunos de los datos que han terminado por convencer al consejo del club de la decisión. En este sentido, la dirección deportiva, liderada por Tito, no ha podido mantener la defensa de la continidad de Muñiz. Los resultados tras el consejo de hace dos semanas, un punto de nueve posibles, han reforzado la posición de los consejeros partidarios de un relevo en el banquillo como única forma de buscar un cambio, una reacción de los futbolistas.

Del ascenso a la destitución

Hace menos de un año, López Muñiz llevaba al Levante UD al ascenso más lustroso de su historia. Sin llegar a calar en la afición, sin el carisma de alguno de sus predecesores, el asturiano se ganó el respeto con su trabajo, sus decisiones durante los partidos y sus manifestaciones, siempre respetuosas.

Nada de estridencias. Con el ascenso, el Levante UD decidió ampliar su contrato hasta junio de 2019. Un premio al trabajo bien hecho. Pocos cuestionaron entonces que Muñiz era el entrenador ideal para el club en su regreso a Primera División. Menos todavía cuando el equipo arrancó el curso con 9 puntos sobre 15, con victorias ante Villarreal y Real Sociedad y empates ante el Valencia y el Real Madrid.

Sin embargo, aquella veraniega euforia se esfumó a raíz de la derrota ante el Betis (4-0). El equipo se derrumbó en una nefasta segunda parte y ya nunca volvió a ser el mismo. Comenzaron a aflorar entonces las dudas sobre los fichajes, poco utilizados por Muñiz hasta el final de la primera vuelta.

De hecho, la óptima relación del entrenador con Tito y Carmelo se vio afectada por los desencuentros durante el mercado, sobre todo en la posición del delantero centro. Muñiz «tumbó» algunas de las propuestas de Tito y no quedó convencido con los fichajes que llegaron sobre la bocina. El desgaste fue notable y se arrastró hasta enero, donde tampoco se cumplieron las expectativas en algunas incorporaciones.

El cariño, algo distante, ganado por Muñiz en Segunda, se agotó en Orriols. Se pasó a la compasión por un técnico trabajador, con recursos mejorables, que no supo encontrar la tecla para revertir la situación. Tito fue su defensor hasta ayer, cuando el gol de Baptistao cerró el ciclo en el Levante UD de Muñiz, que se marcha del club sin que el equipo haya pisado la zona de descenso en toda la temporada.