El Levante recibe al Barça en un partido descafeinado para sus intereses en el que, por el contrario, son los de Koeman quienes se juegan la vida en la lucha por el título. No sería la primera vez que, en circunstancias similares, se da la campanada. Al equipo de Paco López, habitual a la hora de subirse a las barbas de los grandes, le quedan tres jornadas para al menos endulzarse el paladar. En Orriols, donde no gana desde el 1-0 al Valencia el pasado 12 de marzo, cayeron en su día el propio Barça o el Atlético de Madrid. Lo hicieron, además, cuando más intratables parecían. Esta temporada sin ir más lejos el papel granota ha sido determinante con victorias en el Wanda y Valdebebas, aunque cualquier parecido con el punto de confianza de aquellos días es coincidencia. Con la salvación en el bolsillo a la espera de que sea matemática, algo que nunca ha peligrado pese al incipiente nerviosismo, la realidad levantinista está marcada por la sangría de puntos que han empujado al equipo hacia abajo en los dos últimos meses. Números que afortunadamente se han diluido en un cómodo colchón.

De estar en el balcón de Europa se ha pasado a perder peldaños y hasta a ver cómo se difuminaba el efecto del sorpasso. Con los mismos puntos, el Valencia está desde el pasado domingo por delante gracias al golaveraje. Un triunfo contra el Barça esta noche pondría patas arriba LaLiga y maquillaría la imagen de un Levante que se ha colocado por debajo del Valencia CF en la tabla.