El Levante mantiene sus vicios y su mala dinámica (3-2)

El conjunto de Felipe Miñambres cayó ante el Oviedo y se sigue alejando de la promoción de ascenso

Un lance del Oviedo-Levante

Un lance del Oviedo-Levante / LALIGA

Rafa Esteve

Los cambios nunca son por gusto ni tampoco por capricho. Siempre son por necesidad y, sobre todo, con la intención de dar un giro a tendencias negativas. Si el Levante dio un volantazo en su banquillo, fue para recuperar su rumbo en Segunda División, tras sentir que se desviaba de su ruta hacia el sueño de subir a Primera División. No obstante, la vida, en lo que a resultados se refiere, sigue igual en el Ciutat de València. Nadie es capaz de revertir una situación que empieza a generar intranquilidad. Y, lo peor de todo, es que la ilusión empieza a apagarse desgraciadamente.

A pesar de que el conjunto levantinista dio la cara y mostró orgullo sobre el terreno de juego, el primer partido de Miñambres al frente del banquillo del Levante no tuvo el efecto deseado. Los granotas cayeron derrotados contra el Oviedo en el Carlos Tartiere y continúan, de manera peligrosa, distanciándose de la zona de promoción de ascenso. El gol de Dela, replicado con una remontada, y el empate de Carlos Álvarez, fueron insuficientes para cambiar una dinámica que dificulta las posibilidades de competir por un ascenso. Las jornadas pasan. Y mientras, además de haber más competidores en la pelea, el Levante continúa sin reaccionar.

Si algo se le pedirá siempre al Levante es intensidad. Ningún esfuerzo es negociable cuando los de Orriols se enfundan la elástica levantinista. Felipe Miñambres, consciente de la circunstancia, tuvo el deber de que sus futbolistas se dejasen el alma sobre el césped del Tartiere, aunque sin descuidar los momentos en los que hubo que actuar con inteligencia. De hecho, revolucionó la alineación con la presencia de dos novedades: Buba Sangare y Roger Brugué. El entusiasmo de arrancar una nueva etapa con victoria se palpó prácticamente desde que el colegiado señaló el comienzo. Los granotas, de hecho, fueron a arrinconar al Oviedo a través de la verticalidad del ‘7’ y de Fabrício, fabricadores del primer acercamiento de los visitantes. El jugador catalán mandó un centro, un tanto pasado, que Carlos Álvarez redirigió al área pequeña para que el ‘12’ lo cabecease fuera.

El extremo brasileño, en su primera titularidad desde se lesionó en La Romareda, entró en el campo juguetón, con ganas de revolucionar la contienda mediante sus desequilibrantes acciones y ansioso de perforar la portería contraria. Quiso obtener petróleo cada vez que tuvo el cuero en sus botas. Lo peleó cuando se entrometió en la trayectoria de un balón de Luengo hacia su defensa, encaró y ejecutó un lanzamiento que Dani Calvo desvió a saque de esquina. Después de varios encuentros transmitiendo indiferencia y apatía, el Levante transmitió vivacidad. No obstante, su ímpetu se fue apagando según el Oviedo fue avanzando metros. Masca, con un disparo violento, y gracias a la presión de su equipo en terreno rival, provocó el primer acercamiento local con peligro, previo a un testarazo de Dani Calvo, a centro procedente desde la esquina de Santi Cazorla, que atrapó Andrés Fernández con solvencia. Dos oportunidades con las que el Oviedo equilibró fuerzas sobre el verde.

Pese a ello, el primer golpe en el Carlos Tartiere lo asestó el Levante. Además, poco antes de que se llegase al descanso y a través de la misma receta con la que los levantinistas empataron en el Stage Front Stadium: Sergio Lozano la puso rasa al primer palo y Dela, atacando el espacio, superó a Leo Román sin levantar el balón del suelo. Los de Miñambres enloquecieron y, sobre todo, pidieron que se tuviera cabeza. Un triunfo en casa del Oviedo no es moco de pavo y quisieron conservarla como si de un tesoro se tratase. No obstante, la reanudación, y el paso al frente que dieron los locales fue suficiente para noquear al Levante prácticamente en un abrir y cerrar de ojos.

Aturdidos y, sobre todo, irreconocibles, los de Felipe Miñambres desaprovecharon la ventaja en el luminoso en un margen de cinco minutos. Santi Cazorla, pelotero desde larga distancia, introdujo dos balones al área que terminaron siendo trascendentales. El primero fue despejado por la defensa del Levante, pero una peinada de Dani Calvo fue rematada por Luengo al fondo de las mallas. 300 segundos más tarde, el ‘8’ la mandó al segundo palo, Sebas Moyano cabeceó y en el primero, casi a placer, Masca la machacó a la red. El Oviedo le remontó a un Levante atolondrado, que se vio con la obligación de aumentar sus pretensiones para conseguir el empate.

El 2-2, a falta de quince minutos para el final del encuentro, aterrizó en el Carlos Tartiere. Un mal despeje de Luengo, dirigido a la media luna del área, fue finalizado a la escuadra con la firma de Carlos Álvarez. Pero, nuevamente, de poco sirvió. Un córner, mal señalado por el colegiado, acabó con las esperanzas de un Levante que, pese a terminar el partido en área rival, regresó a Valencia sin unidades en su casillero tras el remate, al primer palo, de Dani Calvo. Una derrota que mantiene la mala tendencia de un Levante que, cada vez más, tiene la obligación de reaccionar. Cuanto antes.