El Levante quiere, pero no puede (2-2)

El conjunto de Felipe Miñambres no pasa del empate contra el Eibar y suma un poco que le aleja de su ilusión de entrar entre los seis primeros

Levante-Eibar

Levante-Eibar

Rafa Esteve

Orriols nunca perderá la esperanza de competir contra los mejores. Siente que es el escenario que le corresponde, ya sea por historia, valores, tradición o tiempos recientes. La ilusión siempre estará, a pesar de lo que suceda sobre el terreno o lejos de él. Y la realidad es que el Levante nunca renunció a su intención de volver a la categoría que un descenso, y una polémica decisión arbitral, le arrebataron en contra de su voluntad, pero, cuando se dio cuenta de su potencial, de sus virtudes y, sobre todo, de sus posibilidades, fue demasiado tarde.

Dentro de lo dramático que hubiera supuesto, el empate contra el Eibar, rescatado en los últimos compases gracias a un gol de Bouldini, es un mal menor para un Levante al que se le acaba el oxígeno de la promoción de ascenso a Primera. No había que fallar, y por enésima vez este curso, se falló. Son tres puntos de distancia con el Sporting de Gijón, equipo que marca la sexta posición, pero quedando por jugar Elche y Oviedo, el levantinismo cruza los dedos para que de cara al encuentro ante el Eldense la ilusión, independientemente de su cantidad, no sea inexistente. Al Levante le duele, pero no le queda otra que seguir hacia adelante, por mucho que, inevitablemente, cueste.

Las victorias de Racing de Santander, Sporting de Gijón y Racing de Ferrol provocaron que el duelo ante los armeros fuera más trascendental si cabe. Quizás, más importante que para su adversario. Un Eibar que, inmerso en la batalla por ascender de forma directa, tendrá una vida extra para intentarlo si no finaliza la temporada entre los dos primeros. Al Levante, cuya calculadora le da un resultado de pleno de triunfos para asegurar la promoción, solo le valía sumar de tres. Los primeros compases fueron de los armeros, pero una vez los de Miñambres se asentaron en el terreno de juego, supieron hacerle frente a un rival al que, superados ocho minutos desde el inicio, ya le hicieron gol.

El regreso de Roger Brugué al equipo, sin duda, es una bendición. Los suyos lo notan, y frente al Eibar, volvió a tener impacto en el resultado. El ‘7’, cabeceando un envío al corazón del área, provocó el penalti, por mano de Juan Berrocal, con el que el Levante se puso por delante. Dela fue el encargado de lanzarlo y de transformarlo, para demostrar que su paso al frente en el equipo no fue flor de un día y para desatar la locura en una afición que asistió a Orriols con la ilusión de no perder la esperanza en la promoción de ascenso. Los granotas, de hecho, se gustaron. Con Lozano llevando la batuta del equipo, buscó filtrar pases de manera constante para encontrar huecos en la retaguardia defensiva del Eibar. En una de esas, encontró a Dani Gómez, pero Luca Zidane achicó lo suficiente como para impedir el segundo. Sin embargo, el jarro de agua fría llegó en el momento de más lucidez de los locales.

Alcanzada la media hora de encuentro, un despeje hacia la frontal de Andrés Fernández, después de un centro lateral de Unai Vencedor, cayó en las botas de un Tejero que no pensó, ni un instante, en darle al esférico con todas sus fuerzas para clavarlo en el fondo de la red. El empate tranquilizó a los visitantes, y les dio pie a asentar las bases de un plan de partido que se centró en atacar mediante la verticalidad de sus futbolistas más ofensivos. No obstante, el Levante no dejó de insistir. De poco le servía el empate, y Dani Gómez, deshaciéndose de dos rivales, probó nuevamente fortuna de cara a puerta, pero Luca Zidane le volvió a negar un tanto más en su cuenta particular tras reencontrarse con el gol en La Cerámica. El empate no correspondió con lo visto sobre el verde, pese a que los de Joseba Etxebarria finalizasen el primer tiempo con mejores vestiduras. Por ello, el descanso sirvió para recalcular ruta, pero sobre todo, para unir fuerzas de cara a una segunda mitad donde el triunfo no se debía escapar bajo ningún concepto.

Sin embargo, dio la sensación de que al Levante, a las primeras de cambio, le entraron las prisas. El equipo de Felipe Miñambres quiso adelantarse cuanto antes, pero los nervios le pudieron. El Eibar, por su parte, supo manejar mejor los tiempos. Corpas, que entró por la lesión de Bautista, estuvo cerca de superar a Andrés Fernández en dos ocasiones. Primero, estando cerca de cazar un esférico filtrado de Stoichkov, y después, rematando, en área pequeña, un centro desde la derecha que se fue por mucho. Mientras, el Levante buscó adelantarse con Dani Gómez como principal francotirador, pero, alcanzado el cuarto de hora del segundo tiempo, la ilusión de entrar entre los seis primeros se desvaneció por completo. Una presión asfixiante del Eibar, mientras el cuadro local intentó sacar el balón de su propia área, provocó un despeje de Andrés García a la media luna del área, que domó Ager Aketxe y, detectando la internada de Tejero, asistió al ‘15’ para tumbar el sueño de ascender.

El gol noqueó totalmente al Levante, que por mucho que quisiese, y buscase alternativas sobre las que ir a por los tres puntos, se vio bloqueado. Pese a ello, un rayo de esperanza se coló por los barrotes del estadio cuando Roger Brugué, en un ejercicio de pura fe e insistencia, colocó el empate en el luminoso, pero Bouldini, asistente durante el desarrollo de la jugada, puso el pie en posición legal, aunque con el resto de su cuerpo fuera de los márgenes permitidos y decretándose fuera de juego. Sin embargo, el ‘22’, a centro medido con precisión de Carlos Álvarez, empató el partido a punto de entrar en el descuento, pero demasiado tarde para sumar un punto que sabe a poco. Muy, pero que a muy poco.