La arquitectura rural de la Marina Alta no levanta cabeza. El patrimonio es inmenso. De ahí que no haya manos a la hora de salvarlo. Los ayuntamientos empiezan a descubrir sus tesoros y con iniciativas como la de la Ruta dels Riuraus reivindican esa construcción (los riuraus, claro está) que se ha convertido en símbolo de la arquitectura agrícola tradicional de la comarca. Pero no dan abasto. Además, el riurau no lo es todo. Los nuevos catálogos los protegen y también incluyen estufas, sénies, molinos o sequers de pansa. Pero hay un enemigo silencioso que termina ganando la batalla: el abandono.

Que la Casa Cruanyes o de Terra Soler, una de las fincas más notables de la arquitectura rural en Xàbia y la comarca, esté protegida desde hace una década, no ha sido suficiente. Esta villa parece ya irrecuperable. En los últimos meses, se ha derrumbado su riurau (este elemento, al principio netamente agrícola, fue adoptado por la arquitectura residencial). Las columnas están tiradas en el suelo, sepultadas por la maleza. Solo quedan ya tres en pie y no tardaran mucho en venirse abajo.

Este valioso riurau daba lustre a una villa sencilla pero armoniosa y bella. Se levantó en la segunda mitad del siglo XIX y formaba parte de una finca de cuidados jardines y que contaban con balsas de riego; una circular está ante la casa. Está en la partida de Lluca, rica en agua y en construcciones agrícolas tradicionales (ahora casi todas son una ruina). Esta finca supone un ejemplo excepcional de la arquitectura de la burguesía que prosperó con el comercio de la pasa. Hubo una arquitectura ecléctica y más urbana, de la que en Xàbia quedan sobre todo las casas del Raval de la Mar. Pero la querencia rural de esa clase social queda de manifiesto en villas como la dels Cruanyes.

Además del riurau, se ha hundido el techo de toda la casa. Las enredaderas, que ya nacen incluso dentro de lo que fueron salas, se han apoderado de los muros. Toda la finca está repleta de maleza.

La villa está vallada. Es propiedad de una inmobiliaria que antes de la crisis acarició la posibilidad de reparcelar este terreno, que está junto al campo de golf, y construir chalés. Para cuando el terreno vuelva a tener interés urbanístico, la villa protegida ya no será un problema. No tardará mucho en derrumbarse totalmente.