Dénia está hueca. Un tramo de la calle Lepanto, en pleno centro urbano, no aguantó ayer el peso de la máquina apisonadora que nivelaba el nuevo asfaltado. A los trabajos que tienen la ciudad patas arriba se han unido estos días los de reasfaltado que lleva a cabo Pavasal. Pasadas las 9 de la mañana, la máquina hundió la calle. La apisonadora quedó atrapada en un gran socavón. Además, rompió la acometida de gas de la finca, construida en los años 70, cuya entrada quedó bloqueada por la máquina inclinada.

Empezó a salir gas de la acometida. Acudieron la policía local y los bomberos del parque comarcal de Dénia. Cerraron y precintaron toda la calle. Ordenaron a los vecinos que permanecieran confinados dentro de sus casas. Los residentes cerraron a cal y canto puertas y ventanas y esperaron a que el gas se disipara. Los bomberos utilizaron un potente ventilador para «limpiar» las emanaciones. La compañía de distribución de gas cortó de inmediato esta acometida.

A las 12.30 horas, se sacó del socavón con el brazo articulado de un camión la apisonadora. Los bomberos también tuvieron que ventilar el sótano de la finca, ya que había entrado gas. Quedó al descubierto un gran socavón. Y ya no hubo misterio sobre por qué cedió la calle. El subsuelo estaba hueco. Hay una fosa séptica contaminante que está llena de aguas residuales. Las precarias bovedillas de la fosa no aguantaron el peso de la apisonadora. Los bomberos balizaron el socavón para que ningún transeúnte despistado acabara dentro. La aparición de este depósito de aguas negras revela, como ya ocurrió en la calle La Mar, deficiencias en el sistema de alcantarillado de la ciudad. Su subsuelo es como un queso emmental, el de los agujeros.