El plan estructural de Dénia, una ciudad que desde 1972 (entonces se aprobó el único PGOU no anulado por los tribunales) no deja de dar tumbos urbanísticos, está a punto de ver la luz. La concejala de Territorio, Maria Josep Ripoll, y el vicealcalde, Rafa Carrió, se mostraron ayer confiados en que pueda aprobarse antes de acabar el año.

De momento, el siempre engorroso trámite de lograr que los informes sectoriales (del Consell, de Costas, de la Diputación...) sean favorables está casi superado. El gobierno local (PSPV y Compromís) ha pedido 46. Faltan por llegar once. Y los recibidos hasta ahora son un espaldarazo para un documento que fija el techo máximo de crecimiento en 56.000 habitantes.

La Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) avala que hay agua suficiente para ese estirón demográfico (ahora Dénia tiene 42.000 habitantes). En cambio, su informe fue negativo a la propuesta de plan estructural de 2015, que preveía 120.000 habitantes.

La dirección general de Territorio sí pide retoques. Reclama que el documento sea más contundente con la protección del suelo no urbanizable común (el agrícola, vamos) para evitar que proliferen las viviendas dispersas. Esa bolsa de territorio es la que linda con la franja del litoral de les Marines.